¡ Lucirá pletórica!
DE ETIQUETA HACEN HONOR AL REGRESO DEL TORO BRAVO EN LA PLAZA MÉXICO
s el día más importante del calendario taurino y tiene verificativo en La Plaza México. No es una temporada más, tampoco una tarde como todas. En este reencuentro de la afición con la fiesta de los toros, las tonalidades se muestran en sus mejores variantes y hacen una mezcla de sentimientos y emociones que se conjuntan hoy en el coso más grande del mundo para la celebración de un espectáculo con más de 500 años de antigüedad en este país.
España la vive desde el siglo XII, Goya la expuso en 1800 y Picasso hizo lo propio en 1959, ambos atraídos por su encanto, su mística, su ritual y misterios que encierra.
Más de 600 días, el embudo de los Insurgentes quedó cerrado para la fiesta de los toros por una suspensión que fue renovada, finalmente, por la Suprema Corte de Justicia de la Nación, al no estar sustentada; dejó privados de su derecho al trabajo a docenas de personas, lo que ocasionó se dejara de percibir una derrama indirecta de más de 14 millones de pesos en algunas corridas.
El regreso de la fiesta brava a este escenario tiene mucho más fondo, va de la mano con el derecho del público de decidir qué quiere ver.
“Ven a España, es que allí hay la fiesta más maravillosa del mundo”, expresó Ernest
EHemingway, al conocer, perderse y beberse por completo lo que bien señaló.
Agustín Lara, se decía, quiso ser torero, pasión que plasmó en sus composiciones y categorizó en su barrera de sol.
La cultura de la tauromaquia, tan vasta como el cielo azul, a primera vista no solamente es toro y torero en el ruedo, pero sí que de estos dos surgen las mil inspiraciones para que grandes artistas mimeticen lo que el toreo les mueve.
A 500 años del primer festejo realizado en la Nueva España tras la conquista, la fiesta de los toros se vuelve a hacer presente, conservando su liturgia intacta con un toro intacto proveniente de la era del Neolítico. Hoy se apreciará el mítico combate entre bestia y hombre, en un ballet sutil que en cualquier momento puede ser manchado por la sangre, porque es la misma vida la que se juega en la arena. Y ambos tienen las mismas posibilidades de salir con vida. Toro y torero, la verdad expuesta en un acto sin mentira envuelta en el estado más natural de uro y matador.