El Sol de Durango

Vacunas: ni con bombo y platillo

Convencida del valor sanitario, económico y humano de las vacunas. Junto con los antibiótic­os, la ventaja que nos ofrecen las vacunas para prevenir enfermedad­es transmisib­les por agentes biológicos como virus o bacterias, ha sido el avance tecnológic­o que

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Vacunar a los pequeños en su primer año de vida no solamente asegura su superviven­cia durante la infancia, sino que reduce los gastos y compromiso­s de tiempo de toda la familia al evitar convalecen­cias recurrente­s y discapacid­ades. Los adultos nos debemos vacunar también, sobre todo pasando los 60 años, cuando nuestro cuerpo comienza a olvidar la memoria inmunológi­ca de la infancia.

Por las mismas razones y sin importar la edad, hay que vacunarse contra riesgos asociados al trabajo como el tétanos, contra agentes biológicos novedosos como el Covid, o que cambian cada año, como la influenza estacional.

Es por esta convicción que en los últimos años colaboré para el diseño de dos infraestru­cturas críticas que permitiría­n que México recuperara su autosufici­encia para la producción de vacunas, por lo menos en situación de emergencia.

Uno de estos proyectos es la Acelerador­a de Negocios Biotecnoló­gicos Hidalgo-unam que está en vías de construcci­ón y cuyo objetivo es dotar a nuestro país de la capacidad de producción de vacunas y otros medicament­os biotecnoló­gicos para ser utilizados en ensayos clínicos.

El otro proyecto es el diseño de una planta de producción de vacunas con capacidad para fabricar hasta 100 millones de dosis al año. Ambos proyectos cumplen los más altos estándares internacio­nales y vienen acompañado­s de un plan financiero que les asegura su rentabilid­ad.

Una caracterís­tica más de estos proyectos es que desde su concepción se integraron mecanismos para facilitar la vinculació­n entre los científico­s y la industria, con el objetivo de acortar el tiempo que le lleva actualment­e a los proyectos universita­rios llegar al mercado.

El tercer elemento indispensa­ble para lograr la anhelada autosufici­encia es el intelectua­l, el conocimien­to novedoso de nuestros científico­s que debe ser fomentado, financiado y acompañado de manera sistemátic­a durante todo el camino para que pueda llegar al paciente.

Para lograr esto se requiere de una política nacional integral que sume todos los aspectos de una compleja pero vital cadena de valor. Esta política deberá integrar a la educación superior para la formación de personal altamente especializ­ado, la investigac­ión científica, el desarrollo y protección de nuevas tecnología­s, mecanismos que faciliten la transferen­cia de dichas tecnología­s del laboratori­o a la industria, así como instrument­os administra­tivos, fiscales y económicos que permitan su comerciali­zación nacional e internacio­nal de forma competitiv­a.

Menos que esto resultará en proyectos futiles, de bajo valor e incapaces de superar la gran cantidad de barreras que actualment­e existen en nuestro país para proyectos innovadore­s. No importa con cuanto bombo y platillo los anuncien.

Una caracterís­tica más de estos proyectos es que desde su concepción se integraron mecanismos para facilitar la vinculació­n entre los científico­s y la industria, con el objetivo de acortar el tiempo que le lleva actualment­e a los proyectos universita­rios llegar al mercado. El tercer elemento indispensa­ble para lograr la anhelada autosufici­encia es el intelectua­l, el conocimien­to novedoso de nuestros científico­s que debe ser fomentado, financiado y acompañado de manera sistemátic­a durante todo el camino para que pueda llegar al paciente.

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