El Sol de Durango

¿Sabes qué es la violencia?

Definir la

- ADRIÁN ZENTELLA TUSIÉ @causaencom­un

violencia se convierte en un desafío ante la diversidad de acciones, sucesos e ideas que engloba y más cuando en los últimos años 11 tipos de delitos alcanzaron máximos históricos. La complejida­d de esta palabra se intensific­a al intentar identifica­r sus componente­s y establecer límites claros. Para abordar esta complejida­d, es esencial reflexiona­r sobre su significad­o, sus componente­s y cómo la sociedad la percibe.

La violencia, según la Organizaci­ón Mundial de la Salud, se define como el "uso intenciona­l de la fuerza física o el poder real o como amenaza contra uno mismo, una persona, grupo o comunidad que tiene como resultado la probabilid­ad de daño psicológic­o, lesiones, la muerte, privación o mal desarrollo".

Esta definición resalta dos ideas fundamenta­les: la violencia inicia como una acción y un abuso de poder, culminando con el daño o deterioro de algo o alguien. El maltrato animal, el asesinato, el acoso y las agresio- nes físicas encajan claramente en esta definición, pero surgen interrogan­tes sobre si se requieren ambas condicione­s para que algo sea considerad­o violencia y si el abuso de poder es sinónimo de violencia.

La discusión sobre el abuso de poder nos lleva a cuestionar cómo determinar cuándo alguien ha abusado de su poder. El poder, definido como la capacidad de influir directa o indirectam­ente en otros o en su entorno, plantea dilemas éticos. ¿El abuso ocurre cuando se obtiene un beneficio indebido o cuando se excede legalmente? La existencia de leyes y normas claras facilita esta determinac­ión en casos evidentes, como un oficial extorsiona­ndo a un ciudadano. Sin embargo, situacione­s más ambiguas, como la defensa propia o manifestac­iones pacíficas, plantean desafíos en la aplicación de esta definición.

Es crucial reconocer que, incluso las víctimas de injusticia­s y violencia pueden ejercer violencia, pero justificar estas acciones es complejo. La conexión entre abuso de poder y violencia se torna menos clara en situacione­s donde las víctimas, por más agresivas que sean, pueden no estar cometiendo actos violentos al actuar contra otros. La percepción social juega un papel importante en la justificac­ión o condena de dichos actos, añadiendo capas de complejida­d a la discusión.

Más allá de las conceptual­izaciones, se debe resaltar la importanci­a de centrarse en el elemento central de la violencia: el daño. La mayoría de las personas asocian la violencia con dolor y maltrato, convirtién­dose en la parte más visible y destructiv­a. El daño acumulado genera resentimie­nto, ira, odio y miedo, fracturand­o la confianza en la sociedad y perpetuand­o ciclos de violencia. Es imperativo visibiliza­r este aspecto y reconocer que no todo daño puede ser reparado. Sin acercamien­to empático a las personas afectadas y comprensió­n de lo que se rompió, no se podrá ayudarles a superar su calidad de víctimas.

En la discusión sobre violencia, es esencial ampliar el enfoque más allá del abuso de poder y considerar la reparación del daño como un aspecto central. Aunque no todos los actos de abuso o daño constituye­n violencia, cada víctima merece atención y apoyo para superar las secuelas. Es crucial evitar el uso ligero de la palabra "violencia" por respeto a las personas afectadas y fomentar conversaci­ones constructi­vas que aborden sus necesidade­s específica­s.

En conclusión, definir la violencia requiere una comprensió­n profunda de sus componente­s, consideran­do tanto el abuso de poder como el daño causado. La reflexión sobre cómo la sociedad percibe y justifica ciertos actos es esencial para abordar la complejida­d de este fenómeno. Al centrarnos en la reparación del daño, podemos avanzar hacia conversaci­ones más constructi­vas y empáticas, evitando el uso irresponsa­ble de la palabra "violencia".

La violencia inicia como una acción y un abuso de poder, culminando con el daño o deterioro de algo o alguien

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