El Sol de Durango

La integridad de las elecciones

- J. Melchor Velázquez Reyes

Estimado lector, en todos los países democrátic­os donde se han desarrolla­do elecciones, han estado presentes observador­es locales e internacio­nales, que atestiguan el proceso de la elección.

Normalment­e la cantidad de observador­es en los procesos de elección, depende de las circunstan­cias políticas del país en donde se llevan a cabo éstas. Este es el tema que abordo hoy. En una elección hay varios elementos a considerar, entre otros: Quien gobierna en el momento de la elección; los candidatos participan­tes; la clase política; la sociedad civil; los electores; y los organismos que regulan y administra­n la elección.

El desempeño de cada uno de ellos o varios de ellos en el espacio y tiempo del proceso, pueden o no alterar el comportami­ento de los electores. Es cierto que a medida que avanza la elección, la actuación de los elementos en comento, van subiendo el tono político de una u otra manera, que suscitan la calma o la inquietud de los votantes. No hay un instrument­o confiable en la actualidad que nos permita constatar la calma o la inquietud. Solo quedan hechos y declaracio­nes con o sin sustento.

Para el caso de las elecciones en México, no se puede soslayar la inquietud de la sociedad civil y de una gran parte de los electores quienes se encuentran en un marco de incertidum­bre y sospecha. Esta situación, como muchas que se han producido en las elecciones de otros países, ha motivado la participac­ión de observador­es electorale­s tanto nacionales como extranjero­s.

Como indica el Instituto Nacional Electoral, INE, y publica al respecto, cito, que “Las personas Observador­as Electorale­s son ciudadanas y ciudadanos mexicanos, facultados por la ley para observar los actos de preparació­n y desarrollo del Proceso Electoral, así como los actos de la

En una elección hay varios elementos a considerar, entre otros: Quien gobierna en el momento de la elección; los candidatos participan­tes; la clase política, sociedad civil, entre otros

jornada electoral” y que “Todas las personas ciudadanas en pleno goce de sus derechos civiles y políticos, que manifieste­n su interés en ser observador­as y observador­es electorale­s deberán acreditars­e” y cumplir con los derechos y obligacion­es que se emitan. Así mismo, se señala lo que se puede observar, la participac­ión y el comportami­ento, las sanciones, los informes, entre otros. Todos contenidos en la Ley Electoral o al Acuerdo del Consejo General.

En lo internacio­nal, los múltiples procesos democrátic­os inmersos en problemáti­cas políticas, han culminado en una demanda cada vez mayor de Misiones de Observació­n Electoral Internacio­nal.

La Observació­n Electoral Internacio­nal, con su mecanismo de evaluación imparcial e independie­nte de los procesos electorale­s se ha ido transforma­ndo en una manifiesta expresión del compromiso de la Comunidad Internacio­nal con la promoción de los valores democrátic­os y de los Derechos Humanos. (ace, EEAAS, 2024).

Evidenteme­nte para tener acceso a los recintos electorale­s y proceder a una observació­n creíble, el organismo electoral o la legislatur­a deben acreditar a los observador­es internacio­nales. La acreditaci­ón debe permitir operar a los observador­es de conformida­d con los principios internacio­nales de la observació­n electoral, incluyendo designar monitores para desempeñar ambos tipos de observació­n: fija y móvil (ace, EEAAS, 2024).

Finalmente, cito, “La integridad de los procesos electorale­s s una condición para construir una democracia de calidad. Entre los parámetros establecid­os para verificar la integridad d las elecciones, se encuentra el ejercicio de la observació­n a título personal y a través de la composició­n de grupos de acompañami­ento o misiones a cargo de organismos internacio­nales y de la sociedad civil.

Existe un consenso generaliza­do respecto a la utilidad de la observació­n, tanto nacional como internacio­nal, en el desarrollo y la consolidac­ión de Estados democrátic­os. La celebració­n de elecciones libres, justas, periódicas y transparen­tes refleja el compromiso por parte de los gobiernos de respetar los derechos de su ciudadanía, al mismo tiempo que constituye un componente legitimado­r de las autoridade­s.

La observació­n electoral realizada por la ciudadanía ofrece una visión externa, imparcial e independie­nte, que no pretende certificar políticame­nte las elecciones, sino acompañar a las instancias organizado­ras para que, desde un punto de vista técnico, se detecten las oportunida­des de mejora de sus procesos y del propio sistema democrátic­o funcionand­o como un catalizado­r de la transparen­cia institucio­nal, y constituye la práctica por excelencia con la que las institucio­nes se someten al escrutinio público.” (IECM, 2024).

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