El Sol de Durango

Los mismos de siempre, en diferentes partidos

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La clase política mexicana, ha sido la encargada de que la frase de Gonzalo N. Santos: “la moral es un árbol que da moras”, tenga vigencia en la actual coyuntura electoral. Solo garbanzos de a libra, pudieran ser la excepción. Los principios morales, éticos y las ideologías, parecen que son un estorbo para dedicarse a la noble profesión de la política.

Por si fuera poco, de facto en nuestro país existe una especie de “monarquías constituci­onales”, práctica muy común en familias que militan en un mismo partido político. Hay muchos ejemplos, pero mencionare­mos el más reciente en el Estado de Zacatecas: Ricardo Monreal es senador, su hermano David es gobernador y el hermano Saúl podría ser senador. ¡Bendito sea el derecho humano de votar y ser votado! Este mismo derecho está contemplad­o en el artículo 41 de nuestra constituci­ón, y por ese mandato constituci­onal hay pocas familias que concentran el poder político en nuestro país. Por eso decimos; esas familias siguen pensando que “la moral es un árbol que da moras”.

Estos clanes políticos a nuestro país, lo ven como un botín a repartirse en cada proceso electoral y son distinguid­os discípulos de Nicolas Maquiavelo.

Desde hace muchos años, vemos que la clase política mexicana es más de lo mismo. Cuando no estaba en la ley electoral la reelección de senadores, diputados federales, diputados locales y presidente­s municipale­s, existía lo que se conoció como “chapulines”. Cuando el famoso “chapulineo”, se legalizó con reformas electorale­s, las y los políticos hoy piensan; si las personas cambian de ideas, de sexo, ¿Por qué no de partido? Esto, entre otras cosas, ha traído como consecuenc­ia que estemos viendo a las y los mismos de siempre, solo que en diferentes partidos. Parafrasea­ndo a Carlos Tello y Rolando Cordera; se la pasan disputándo­se la nación.

En este contexto ningún partido se salva, en eso todos coinciden: hay piso parejo. Sin temor a equivocarn­os, en todos los Estados del país pasa lo mismo, los partidos no permiten que nuevas generacion­es de militantes llegan al relevo, solo cuando conviene a sus intereses. En la región lagunera, Don Carlos Herrera fue en su momento algo parecido a Pedro Páramo, el personaje de la novela de Juan Rulfo. Su hija Doña Leticia Herrera Ale, heredó su talento político y financiero, salvo en honrosas excepcione­s, a la hora de elegir candidatas y candidatos, ella reparte la baraja.

El problema no es que sean las y los mismos de siempre, el tema de fondo: solo buscan el poder político y cobrar puntualmen­te sus quincenas. En nuestra callada y extranquil­a ciudad colonial, no es necesario decir nombres, apellidos o familias, todos sabemos quienes son. Los vemos en cada proceso electoral, ya sea federal o local y todas y todos juegan mal, pero se acomodan. Y ya encarrerad­o el gato, senadoras y senadores, diputadas y diputados federales y los locales, no necesitan pedir licencia para hacer campaña.

¡Ellos hacen las leyes! ¿Hay algún problema?

En nuestra callada y extranquil­a ciudad colonial, no es necesario decir nombres, apellidos o familias, todos sabemos quienes son. Los vemos en cada proceso electoral, ya sea federal o local

Hay muchos ejemplos, pero mencionare­mos el más reciente en el Estado de Zacatecas: Ricardo Monreal es senador, su hermano David es gobernador y el hermano Saúl podría ser senador

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