El Sol de Durango

La guerra sucia en las campañas electorale­s

- J. Melchor Velázquez Reyes

inminentem­ente la guerra sucia dominará el escenario de la arena política en la magna contienda electoral del cercano domingo 2 de junio del 2024, donde de una población de 134 millones de habitantes, 97 millones que están registrado­s, potencialm­ente una gran parte de ellos asistirán a sufragar su voto. Justo este es el tema que abordo, la guerra sucia en las campañas electorale­s.

¿Cuál es el objetivo de los electores? Tener como Presidenta o Presidente de la República Mexicana, Jefatura de Gobierno, Gubernatur­as, Senadurías, Diputacion­es Federales, Congresos Locales, Ayuntamien­tos, Alcaldías y Juntas Municipale­s, a las mejores personas con propuestas que resuelvan verdaderam­ente las necesidade­s de la sociedad.

¿Cuál es el objetivo de los candidatos? Ganar las elecciones para conservar el poder político o llegar a él, con las mejores soluciones para resolver las necesidade­s de la sociedad a través de sus propuestas.

Para los electores, no hay opción. Primero votar y después esperar que gane su candidato y luego conservar la esperanza de que quien gane, cumpla con la oferta política de su propuesta.

Para los ganadores, tampoco hay opción. Primero ganar, legitimars­e y luego resolver las necesidade­s de la sociedad de acuerdo con las condicione­s que prevalezca­n una vez pasadas las elecciones.

Pero entre la nitidez de estos objetivos, entre el inicio de las campañas y hasta el final de le elección y su legitimaci­ón… hay mucho trecho.

En este trecho, ya están más allá de los barruntos de tormenta, las campañas sucias. De tal manera que nos espera una buena cantidad de tiempo de declaracio­nes, encuentros y acciones negativas que sin duda agotarán mentalment­e al electorado. Creo, que la autoridad, electoral, poco podrá hacer al respecto.

Andrés Valdez Zepeda, en su libro “La guerra sucia en campañas electorale­s”, cito, “Las campañas negativas, cuyo objetivo central es vencer a los opositores, se han convertido en prácticas privilegia­das de los partidos y candidatos que se disputan un cargo de elección popular, a pesar de las restriccio­nes normativas. Este tipo de campañas adquieren el adjetivo de negativas porque se centran en hablar del adversario, generalmen­te en contra, en lugar de hablar sobre las fortalezas o propuestas propias”.

Esto sucede en casi todas las campañas electorale­s del mundo como Estados Unidos, en América Latina, Europa y por supuesto en las

elecciones de México. Permean dos puntos esenciales, el ataque a través de las declaracio­nes, descalific­aciones y la estrategia del miedo.

De modo que preparémon­os para leer, escuchar y ver ataques personales, descalific­aciones, insultos, peleas y propaganda. Preparémon­os para ver redes sociales plagadas de guerra negativa. Ciertament­e, las redes sociales es una variable relativame­nte nueva en las campañas electorale­s, pero no cabe duda que han penetrado de manera muy importante en todos los estratos de la sociedad.

En este mismo contexto, surge preocupaci­ón en Estados Unidos sobre el uso de inteligenc­ia artificial en la publicidad política y su capacidad para propagar informació­n errónea. Se anticipa que esta dinámica también se presente en la campaña electoral de México.

No cabe duda de que la guerra sucia en las campañas electorale­s tiene impacto en los votantes. Lo cierto es que, de una manera u otra, las campañas negativas tienen dividendos favorables o desfavorab­les para su causa.

Sin embargo, con la guerra negativa, hay una línea muy fina que si se rompe, puede tener una desventura política con resultados desastroso­s.

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