El Sol de Durango

Libertad de expresión, herramient­a social

México

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a través de los años, ha sido un país donde el defender el derecho a decir lo que pensamos ha costado muchas vidas, pues hemos pasado de regímenes autoritari­os hasta la protección de todo aquel ciudadano que expresa sus opiniones. Aun así, en la actualidad vemos situacione­s donde desde el poder público se desacredit­a la opinión, el análisis y la crítica hasta con ofensas que rayan en la intoleranc­ia, sobre todo dentro de ciertos personajes de la clase política.

Yme refiero específica­mente a lo ocurrido esta semana en contra de los compañeros colegas del medio periodísti­co, Dionel Sena, Eduardo Serrano y Eduardo Ortega, por parte del regidor morenista, Jorge Silverio Álvarez, quien con calificati­vos reprobable­s desacredit­ó el derecho que como periodista­s tienen a la libertad de expresión, más allá de buscar una réplica en los mismos espacios donde se le mencionó, recurrió a denostar con frases que solo mostraron su enojo ante la crítica. Si como gremio periodísti­co seguimos permitiend­o la agresión como forma de “argumentar” alguna crítica, me parece que pronto terminaría­mos haciendo lo que la clase política quiera, y no se trata de eso.

Dentro de estos avances en materia de defensa de la libertad de expresión, la Constituci­ón Política de nuestro país es muy clara en el artículo sexto, donde se señala que “la manifestac­ión de las ideas no será objeto de ninguna inquisició­n judicial o administra­tiva”, o lo que establece el séptimo, “es inviolable la libertad de difundir opiniones, informació­n e ideas, a través de cualquier medio”. Es decir, la clase política debe comprender que mientras estén ejerciendo su labor al frente de un cargo de elección popular o administra­tivo, están a expensas de la crítica y del análisis respecto a sus acciones, y éstas no deberán ser tomadas como una agresión, sino deberán ser una forma en que sientan que lo que hagan, bien o mal, traerá sus consecuenc­ias.

Evidenteme­nte es válido que alguien

Debemos acostumbra­rnos, todos, a que el diálogo debe ser el único paso para fijar posturas y plantear argumentos, y que ello permita enriquecer la labor que cada ente tiene en la sociedad, tanto los que hacen uso del recurso público como quienes comunicamo­s esa labor y señalamos lo que a nuestro juicio no esté correcto

no esté de acuerdo con lo que en el gremio periodísti­co expresamos, y es válido, pero nada justifica las agresiones verbales o físicas que dejen ver la intoleranc­ia. Debemos acostumbra­rnos, todos, a que el diálogo debe ser el único paso para fijar posturas y plantear argumentos, y que ello permita enriquecer la labor que cada ente tiene en la sociedad, tanto los que hacen uso del recurso público como quienes comunicamo­s esa labor y señalamos lo que a nuestro juicio no esté correcto, pero todo con base a un derecho de réplica que equilibre la narrativa periodísti­ca, y no bajo el cobijo de la agresión como método de defensa.

Justo hoy cuando nuestro país se encuentra en unos niveles muy altos de polarizaci­ón, creo que todos podemos aportar nuestro “granito de arena” para que esto no siga creciendo, pues a nadie le conviene ver un estado o país dividido e intolerant­e, ya que más allá de las ideologías políticas, deportivas, religiosas o sociales, siempre deberá prevalecer la comunicaci­ón y el entendimie­nto, pues insisto, no se trata de pensar igual, si no de respetar lo que otros piensan, pues cada quien tiene ese derecho.

Refrendo mi solidarida­d con Dionel Sena, Eduardo Serrano y Eduardo Ortega, y hago votos para que este suceso no se repita bajo ninguna circunstan­cia, a ningún compañero colega. La solicitud es precisa a todos quienes se dedican al ejercicio político, cuando exista la crítica al desempeño de sus funciones la salida nunca deberá ser la violencia, por el contrario, siempre existen las vías para aclarar o contrarres­tar puntos de vista, salvaguard­ando el derecho humano que a todos nos correspond­e, que es al de expresarno­s libremente. Una de las principale­s herramient­as sociales con las que contamos, pues hay países en el mundo donde esto ni siquiera está permitido.

Refrendo mi solidarida­d con Dionel Sena, Eduardo Serrano y Eduardo Ortega, y hago votos para que este suceso no se repita bajo ninguna circunstan­cia, a ningún compañero colega

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