El Sol de Durango

La apuesta por la innovación

Se dice que una economía desarrolla­da es la que está organizada de tal manera que impulsa la creativida­d y la innovación entre los emprendedo­res. El teórico de la administra­ción de empresas, Peter F. Drucker, llamó a esto innovación social.

- Empresario

Silicon Valley en California es el caso más citado de un lugar que se organizó para ayudar a los espíritus creativos a llevar sus ideas, por más fantástica­s que estas parecieran, a una concreción empresaria­l. Sin duda, fue y ha sido un modelo exitoso. ¿Puede replicarse? El co-creador de Pay Pal y primer inversioni­sta de Facebook, Peter Thiel, considera que sería mala idea que un país decidiera imitar exactament­e Silicon Valley. Un Silicon Valley 2.0 es ya un error conceptual, pues al copiar el modelo niega su carácter fundamenta­lmente original. En China existe la ciudad de Shenzhen -a la que algunos denominan el Silicon Valley chino- que se ha convertido ciertament­e en un lugar de desarrollo postindust­rial fundado en la tecnología de vanguardia. Sin embargo, al menos hasta ahora, este modelo promueve más la imitación y el mejoramien­to de invencione­s realizadas en otros lados, sobre todo en Sillicon Valley.

En Europa está Silicon Fen, también conocido como el Cambridge Phenomenon, la zona alrededor de la Universida­d de Cambridge en el

Reino Unido. El problema del Cambridge Phenomenon es que las compañías líderes son muy pequeñas comparadas con sus pares en

San José.

En México no hemos sabido o podido todavía establecer un modelo a la vez exitoso y autóctono de innovación social. Aunque hemos tenido muchos empresario­s exitosos y generosos, el ecosistema empresaria­l mexicano todavía necesita dar un gran salto que permita la gestión de empresas creativas e innovadora­s de nivel mundial.

Ese debe considerar­se el gran desafío económico mexicano. Algunas cosas pueden empezar a hacerse.

En primer lugar debemos aumentar la inversión en investigac­ión y desarrollo de una manera dramática. Nuestro país invierte sólo el 0.3 por ciento del PIB en investigac­ión y desarrollo (I+D), porcentaje que de acuerdo con la UNESCO coloca a nuestro país entre los que menos gasta en este rubro.

Es necesario incrementa­r este gasto en los próximos años y ello sólo se puede hacer mediante 1) una gran reforma educativa que impulse la innovación, 2) una política posindustr­ial que promueva las tecnología­s de la cuarta revolución industrial, 3) una reforma administra­tiva que facilite trámites para que nuestros inventores tengan más patentes, 4) acuerdos con Estados Unidos para elevar exponencia­lmente el número de estudiante­s mexicanos en universida­des de ese país, sobre todo en lo que se refiere a disciplina­s STEM.

Todo está puesto para el gran despegue mexicano hacia el paradigma postindust­rial

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