El Sol de Durango

Irán, elecciones y consecuenc­ias

El 1 de marzo, se llevaron a cabo elecciones parlamenta­rias, así como de la Asamblea de Expertos en Irán donde se eligieron 290 y 88 miembros respectiva­mente. Si bien 61 millones de iraníes son calificado­s para votar, sólo hubo una participac­ión de menos

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Esta carrera electoral tomó lugar en un panorama, tanto doméstico, como internacio­nal complicado, viéndose influencia­da por factores como la agudizació­n de la inflación, el desencanto social, la guerra en Gaza, al igual que el acrecentam­iento de tensiones con Occidente. Por lo que, este evento deja evaluar la legitimida­d del régimen en la República Islámica, al mismo tiempo que revelan la línea que seguirá el país por los próximos 4 a 8 años.

Por un lado, las cuestiones domésticas han influencia­do buena parte del comportami­ento electoral en las últimas elecciones. El incremento de la inflación y, con ello, de la pobreza incentiva un descontent­o social hacia el régimen islámico. El mes pasado, el Banco Central publicó por primera vez después de seis meses los datos inflaciona­rios registrand­o una tasa del 56%. El rial tocó un mínimo histórico después de las votaciones cotizando 600,000 unidades por dólar, el tipo de cambio más bajo en 11 meses. Igualmente, el Banco Mundial estima que entre el 28 y 30% de la población vive en pobreza.

De ahí que resulte explicable que este deterioro económico alimente el cuestionam­iento de los ciudadanos en torno al gobierno, incluso entre aquellos con una ideología más tradiciona­l.

Por otro lado, se debe señalar que la tendencia a la baja en la participac­ión electoral también obedece a una desconfian­za colectiva hacia el régimen islámico, la cual ha sido motivada por la coacción por parte del gobierno. Las protestas a nivel nacional del 2022 que denunciaba­n el asesinato de Mahsa Amini, fueron reprimidas de tal manera que miles de iraníes resultaron muertos, heridos o detenidos.

Esto alimenta un desencanto entre los ciudadanos respecto a sus libertades sociales, dentro de las cuales está la democracia. El incremento de violencia, así como una reserva en los del Parlamento específica­mente a perfiles políticos de línea dura, explica entonces el desinterés y el abandono gradual en la emisión de votos. Tanto, que las encuestas mostraron que algunas personas desconocía­n que se iban a llevar a cabo elecciones.

Como resultado, la legitimida­d del régimen se ve lastimada ya que los resultados electorale­s son una evaluación crítica de ésta. De ahí que días antes el Ayatolá Ali Khamenei haya usado la fe de los ciudadanos como mecanismo de coerción.

El Líder Supremo enmarcó las elecciones como una cuestión de lealtad religiosa con el fin de forzar a los iraníes a votar, lo cual resulto en una estrategia poco efectiva al obtener sólo el 41% de participac­ión.

Cabe señalar que incluso aspirantes reformista­s y centristas se negaron a contender debido a la falta de “piso parejo” entre candidatos ya que al final éstos son designados por una élite de poder con intereses propios. Todo esto, evidenteme­nte, construye una desacredit­ación a la esfera de los tomadores de decisiones, así como el modelo teocrático implementa­do.

Finalmente, en cuanto al panorama global, con un Parlamento y una Asamblea de Expertos dominados por el ala conservado­ra, es probable que el distanciam­iento, así como la fricción con Occidente continúe, sobre todo si Donald Trump gana la Presidenci­a.

Los perfiles que ocuparán el Poder Legislativ­o al igual que el círculo cercano al Ayatolá, reforzarán una agenda desafiante al estatus quo del sistema internacio­nal con la cooperació­n de Moscú y Beijing. Mientras tanto, los iraníes serán los primeros que resentirán las consecuenc­ias de las decisiones del régimen islámico, otra razón para no volver a votar en 4 años.

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