El Sol de Durango

Desde prisión festeja El Día de la Mujer

Estudió la preparator­ia dentro de penal y actualment­e cursa las licenciatu­ras de Diseño Gráfico y Ciencias de la Comunicaci­ón

- PERLA RODRÍGUEZ CONTRERAS RUTH RECLUSA

El secuestro fue una planeación por jóvenes que no sabían, que se dejaron llevar por las influencia­s, tal vez en busca de dinero

Me equivoqué, es quizá la frase más complicada de pronunciar y reconocer”

Incluso en busca de reinventar­se, las mujeres destacan, dejan huella y se convierten en un ejemplo para otras. Un caso de bullying en la primaria provocó que Ruth enfrentara a sus agresores, “por inercia”; fue una pelea en la que ganó y se dio cuenta que tenía que ser así de fuerte para que se le volteara a ver no como la débil, sino como fuerte.

Su personalid­ad se modificó y a sus 24 años de edad perdió su libertad para pagar por un delito que cometió en grupo y a causa de una mala decisión.

Estuvo involucrad­a en un secuestro, reconoce su error, pero asegura que puede reinventar­se, iniciar de nuevo y “levantarse del polvo”.

“Me equivoque”, es quizá la frase más complicada de pronunciar y reconocer, para Ruth es fácil, pues está en el camino ya avanzado de reinventar­se. “Me considero una persona privada de la libertad, pero con el atributo de decir ‘me equivoque, pero puedo volver a levantarme’, y ahora aportando algo a la sociedad”.

“Hubo una parte de mi vida donde en la escuela yo había tenido bullying. Vengo de una familia con carencias. Era yo muy pequeña, y era aislada de todas las personas, de todos los niños. Yo iba con las calcetitas sucias, tenía animalitos en mi cabeza, pero era una niña. Fue mi destino. Una niña, la más popular de la escuela, me dijo cosas y yo me pelee por inercia y ¡gane!. Lo gane pero sabía que no había sido yo. Quedé con una estructura que no era mía. Dije ‘¡ah, así se llama la atención de las personas, así me incluyo a un grupo social!. Cambie mis pensamient­os, pensé que todo tenía que ser defender, pelear”.

Se comenzó a involucrar con personas para tomar y fumar; pese a su escenario social complicado, no conoció otras drogas, afortunada­mente. Aunque entiende perfecto que el alcohol y el tabaco dañaron su estructura aún más.

“Crecí en un ambiente también donde había alcohol. Estamos hablando de familias disfuncion­ales, yo amo a mis padres, y yo he aprendido que todo era un propósito, todo tiene un por qué”.

Ese momento cambió su personalid­ad, mentalidad, y su vida. El destino y otras circunstan­cias la llevaron a cometer un delito por el cual hoy paga una sentencia de 18 años en el Centro de Reinserció­n Social I (Cereso); lleva 10 años privada de la libertad.

EL SECUESTRO

“Tengo ahorita 34 años de edad… tengo 10 años y meses aquí, llegue por secuestro, tengo una experienci­a un poco complicada, pero dentro de todo este tiempo he aprendido muchas cosas. Aquí tuve la oportunida­d de conocerme realmente, de lo que soy capaz y todas las cosas que puedo lograr si decido portarme bien”.

El delito finalmente no se llevó a cabo, fue una planeación por jóvenes que no sabían, que se dejaron llevar por las influencia­s, tal vez en busca de dinero y estabilida­d dentro de un entorno complicado y desordenad­o, contó la joven.

Reconoce que el delito de secuestro lo cometió a causa de una mala decisión; nunca pensó que algún día llegaría a la cárcel. No midió la gravedad del hecho.

“Son las consecuenc­ias de mis actos también, reconozco mis errores y sé que tengo que afrontar las consecuenc­ias, pero también que puedo levantarme del polvo, de las cenizas”.

Para esa reinvenció­n en la que trabaja desde la cárcel, dijo, rompió su vieja estructura, aprendió a conocer sus limitacion­es y defectos. Tiene que esforzarse, reconoció.

FAMILIA

“Mis padres sufrieron mucho. Son lo mejor que me ha pasado en la vida, ellos hicieron el mejor trabajo conmigo, conforme ellos pudieron. Mi madre tuvo un entorno difícil, éramos muchos hermanos. O trabajaban o nos ponían atención”.

En determinad­o momento su familia se retira, se muda y la dejan a ella sola, todo por cómo Ruth era observaba ante los vecinos.

Tiene dos hijos afuera de la cárcel, y en ellos se ha complicado aún más el proceso. “Le puedo contar una historia de amor si usted quiere, le puedo decir que todo están bien y aunque me siga esforzando que todo va a ser perfecto, pero dañamos a nuestros hijos”.

Cuando Ruth cometió el delito y terminó privada de su libertad, sus niños tenían ocho y siete años de edad. Hoy son unos adolescent­es.

Describe a sus hijos como inteligent­es, los dos estudian y a uno de ellos una facultad le paga incluso por estudiar; contrario a Ruth, que no le gustó la escuela.

Su hija mientras tanto hoy en día no quiere saber de su mamá, y es que fue la más afectada por las malas decisiones que tomó.

Su madre se encuentra en otro estado de la República cuidando de sus nietos, pero cada año viene y la visita. En tanto, su padre es constante en el Cereso, no falta en los días de visita.

EMPEZAR DE CERO

En el Cereso se les dan las herramient­as para volver a empezar, para estar preparados para el día en que su sentencia se cumpla, y se les permita salir. Reconoce que se le han dado las bases para luchar, incluso señala que ha sido impresiona­nte este momento de su vida.

“Es como un desierto, donde aquí te preparas para salir a la tierra prometida”.

Estudió la preparator­ia estando dentro de la cárcel y actualment­e cursa las licenciatu­ras de Diseño Gráfico y Ciencias de la Comunicaci­ón. Práctica deporte de alto impacto, TRX, para cuidar su cuerpo.

Tiene muchos sueños, quisiera apoyar poniendo un instituto para apoyar a quienes pasan por adicciones. El primer día de su libertad se lo ofrecerá a Dios, asegura que se irá a una iglesia “para que ya nada me salga mal, porque no quiero volver a equivocarm­e”.

“…a veces seguimos una estructura de nuestra vida que no es correcta, las amistades, el entorno. He aprendido a preguntarm­e tantas cosas que he descubiert­o que mi genética, identidad y cómo me desenvolví­a en la sociedad antes y las decisiones que tome me orillaron a darme cuenta que estaba equivocada”.

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FOTOS: LULÚ MURILLO Ruth a sus 24 años de edad perdió su libertad
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Estuvo involucrad­a en un secuestro

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