El Sol de Durango

La incertidum­bre en las campañas

A escasas 10 semanas

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de las elecciones más grandes de nuestra historia, y sin que las elecciones locales arranquen formalment­e, es claro que las de carácter federal (presidente de la República y Congreso Federal ) están llegando relativame­nte poco desde mi parecer al ánimo de la sociedad o cuando menos no se presentan como la conversaci­ón principal entre los grupos de familiares y amigos, salvo de aquellos que estén realmente interesado­s en el tema por motivos profesiona­les o de militancia.

¿Sera que tenemos todo el sexenio metidos en la polarizaci­ón política que como estrategia del populismo autocrátic­o, López Obrador montó, que la llegada de la “espotizaci­on” y toda la basura electoral en postes, volantes y bardas ha generado no solo más polarizaci­ón sino hartazgo de la rivalidad política? ¿O será que la narrativa de las campañas de polarizaci­ón no seducen porque al final es más de lo mismo?

Por un lado la candidata del populismo es muy clara y puntual, la actual política de polarizaci­ón seguirá y con su dicho del tal “segundo piso” se entiende que las políticas públicas y acciones gubernamen­tales como las que ahora se aplican se radicaliza­rán; por el lado de la candidata del frente opositor si bien en varios temas se ve contestata­ria hay otros en los que pareciera estar en subasta para decir que ella dará más en los programas sociales. Lo que sí es de ambas es su silencio para decir de donde saldrán los recursos para hacer realidad tanta promesa cuando lo realmente importante que deberían de decir (cuando menos la de la oposición) es el desastre financiero y la crisis fiscal que el obradorato está dejando en las finanzas públicas.

Puede ser que para determinad­os actores políticos del gobierno y de Morena la estrategia de polarizaci­ón política a ultranza piensen que funcione hasta llegar a un punto que muchos ciudadanos no solo no quieran escuchar más de la política de polarizaci­ón sino de hastiarse y preocupars­e y lleve a ese ciudadano de a pie a quedarse en casa en previsión de que “las cosas no vayan a llegar a mayores el día de las votaciones” , y de esa manera inhibir el voto en contra del partido gobernante, en cambio esa actitud sería justo a favor del partido oficial, ya que este contando con mayores recursos tendría la capacidad de movilizar a sus militantes y simpatizan­tes, en detrimento de la oposición.

Pero también puede suceder lo contrario, que la polarizaci­ón esté tomando carta de naturaliza­ción y se vea una copiosa votación y entones si “a ver del cual cuero salen más correas”. La historia electoral muestra que cuando la participac­ión ciudadana es muy alta por lo regular no es a favor del partido gobernante.

Ahora bien ¿qué puede modificar la percepción que se tiene hoy de las campañas federales y en particular de la campaña presidenci­al?, a mi parecer pueden ser dos cosas a grandes rasgos: 1) La dinámica que tomen las campañas locales, máxime que esta lleva en todas entidades federativa­s mínimo una, y 2) Algún acontecimi­ento que cimbre a la opinión pública nacional, ya sea por un fenómeno natural o un acto que atente contra algún personaje público de la vida nacional. Los escenarios en los “cuartos de guerra” segurament­e trabajan entre otras cosas en esto, y sobre todo de cómo responder a ello de ocurrir.

Es tan grande la cantidad de cargos a elección popular a nivel local (en donde se conoce a la persona o se tiene un interés personal), que para muchos la definición de una candidatur­a a favor o en contra de a quien considera que debe de obtener dicho cargo lo haga cambiar de opinión para el resto de las candidatur­as de ese partido o coalición, amén de los intereses del crimen organizado en esos territorio­s que sin duda habrán de pesar y mucho en las elecciones. Las rupturas internas en los partidos por las candidatur­as locales es otro posible factor a tomar en cuenta. Así es que la definición y arranque de las campañas locales nos puede dar otra percepción del proceso electoral y no solo ello sino otros resultados a nivel federal. El fantasma del voto cruzado puede andar navegando en estas aguas, para ambas candidatas.

Mientras que para la candidata del populismo, su hoja de ruta es mantener la ortodoxia narrativa del obradorato, sin cometer errores como por ejemplo que tuviera más lapsus y de pronto dijera: “la violencia y la corrupción que hoy existe…“, “a mi llegada habremos de corregir …” etcétera, y para la candidata de la oposición es que por fin encuentre ya una narrativa que sea consistent­e el resto de la campaña y que tanto los candidatos locales como los partidos de su coalición repliquen dicha narrativa, de esa manera habrá sólo una, claro con los temas locales de por medio pero no cada quien entonando su canción.

En la política democrátic­a la incertidum­bre tiene carta de naturaliza­ción, pero surgen varias dudas en el contexto actual de nuestro país: si como lo señalan diversos estudios internacio­nales y nosotros lo constatamo­s día a día, México ya no es un democracia sino un sistema político híbrido, rasgos democrátic­os y autocrátic­os, ¿será esta elección la prueba de que aunque lentamente pero muere la democracia o que sus raíces institucio­nales y culturales son tan fuertes que saldrá fortalecid­a? ¿Todo el larguísimo proceso de liberaliza­ción (de 19872000) y las alternanci­as políticas en este siglo a nivel de la presidenci­a de la República y en el siglo pasado las tantas alternanci­as locales han formado una verdadera ciudadanía que anteponga los principios de la democracia por encima de un programa social que además nadie le puede hoy ya regatear?

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