El Sol de Hidalgo

Siqueiros del siglo XXI 1.- Segurament­e

- Camilo Kawage camilo@kawage.com

en 1960 los procesos que ordenaba el jefe último del Ministerio Público seguían su curso con mucho más cuidado; se preparaban con la más refinada técnica jurídica, y se sustentaba­n todas las acusacione­s con perfección y plena conciencia de las consecuenc­ias de todo género para las partes y el impacto de llevar a la cárcel a un personaje de la vida pública.

Puede tratarse de escarmient­os ejemplares, de enviar mensajes a un sector específico, de blandir poder, ajustar una cuenta o, llanamente, de prevenir un mal mayor a la sociedad. También se puede en nuestro día —lo hemos visto—, hacer las cosas a pisotones, en total desaseo jurídico y dar la razón a la afectada a costa de lo que queda del afectante.

2.- En la persona de la lideresa magisteria­l ha revivido el episodio del irredento iconoclast­a del comunismo y de los murales del pasado siglo que retó al gobierno por décadas hasta que López Mateos lo pasó a Lecumberri por su sexenio, y salió libre justo al final. Sólo que el caso del mítico pintor tuvo el andamiaje jurídico suficiente para salvar del ridículo a la representa­ción social, y el de la maestra careció desde el principio de sustento, parece que adrede, gráfico de una desidia que da a la autoridad bien poco lustre, y sólo añade a su desprestig­io. Así como al pintor le adornó biografía, el desaliño con la lideresa la reivindica y estropea el Siqueiros del siglo XXI.

3.- Más explicable así se vuelve la abdicación con que el Ejecutivo federal ha adelantado el fin de su gestión a manos de su sucesor, sin siquiera esperar la formalidad de la declarator­ia apenas entregada estos días. Se hizo notorio al obsequiar todo capricho, incluido el de recibirlo en Palacio Nacional y no en la residencia como estaba previsto, y ese detalle tenía una significac­ión particular, que por lo visto la terquedad del presidente electo no le permitirá razonar para entender.

4.- El propósito de recibirlo en Los Pinos era, justamente, enseñarle parte de la consola que aún a pesar suyo tendrá que operar. Cómo es y en qué consiste la residencia; los servicios, sistemas, e instalacio­nes y controles estratégic­os que ahí funcionan, así como los dispositiv­os de seguridad para todo el gobierno que ahí se concentran; los salones de diversos usos

de que dispone, incluidas cámaras de alto blindaje para situacione­s especiales, no sólo para la eficiencia en el desahogo de la agenda presidenci­al, sino de todas las personas que se reciben, los eventos del Estado que ahí se celebran y, no menos importante, la íntima privacidad del ocupante que ahí, también, se garantiza. Son instalacio­nes que no ha querido conocer y su antecesor debía haberle mostrado.

5.- La visita a la residencia tenía por objeto darle vista también del cuartel del Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas; lo que significa en términos militares un Estado Mayor, que es mucho más que un grupo de 20 ciudadanos —no necesariam­ente profesiona­les, dice él— que cuidarán su seguridad sin armas. Es parte de lo que su terquedad no facilita que asimile, así como que ya no es candidato, y cree que esta miel durará siempre.

6.- Hay países donde el líder puede exhibir su carisma —y su candidez— sin el menor riesgo. Uruguay tiene algo más que la población de Iztapalapa un poco más densa. Suecia es muy civilizada, y ya conocen de fragilidad­es.

La visita a la residencia oficial de Los Pinos tenía por objeto darle vista al presidente electo del cuartel del Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas; lo que significa en términos militares un Estado Mayor. Hay países donde el líder puede exhibir su carisma —y su candidez— sin el menor riesgo. Uruguay tiene algo más que la población de Iztapalapa un poco más densa. Suecia es muy civilizada, y ya conocen de fragilidad­es.

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