El Sol de Hidalgo

Fin de la guerra en Siria no significa paz

Todas las milicias participan­tes conservan influencia y controlan territorio que resultarán decisivos a la hora final

- CARLOS SIULA zle puzguerra señores de la

PARÍS, Francia. La inminente capitulaci­ón del grupo yiha

dista Estado Islámico (EI) pondrá punto final a las hostilidad­es a siete años de guerra en Siria. Pero el cese de los combates no significar­á -ni mucho menos- el retorno a la paz. El país parece condenado a transforma­rse en escenario de una nueva lucha de influencia­s entre las potencias que despedazar­on al poder y que ahora se preparan a capitaliza­r los dividendos del apoyo que le brindaron a Bashar al Assad para que pudiera mantenerse en el poder.

En el teatro de sombras que se percibe detrás de los campos de batalla se adivina la presencia de los grandes actores mundiales que gravitaron en el conflicto.

EU, Rusia, Israel, Irán, Turquía, Arabia Saudita, Qatar, los kurdos y las múltiples milicias chiítas que orbitan en torno del grupo proiraní Hezbolá -es decir todos los que tuvieron un protagonis­mo esencial en la guerra- conservan influencia y controlan territorio que resultarán decisivos a la hora de las decisiones cruciales. Un componente capital del nuevo es la prescinden­cia del primer ministro

israelí Netanyahu quien dice no tener objeciones a la permanenci­a de Assad en el poder, sólo que mantenga a Hezbolá y las otras milicias chiítas a más de 50 km de la frontera con Israel. Esto implicaría también a las fuerzas iraníes y aliados

Expertos sospechan que el objetivo a largo plazo es la creación de una entidad chiíta independie­nte. Esa perspectiv­a resulta inconcebib­le no solo para Israel, EU y los kurdos, sino también para los países sunitas de la región como Irak, Turquía, Arabia Saudita y Qatar, que temen una eventual “expansión chiíta”, guiada por Irán.

El presidente Recep Tayyip Erdogan, por su parte, aspira a conservar una presencia turca en el norte de Siria para proteger a las fuerzas de oposición a Assad y mantener bajo control a los kurdos.

La mutilación de algunas porciones de territorio no es el único peligro que acecha al régimen. Aunque logre mantenerse en pie, Assad jamás podrá recuperar la autoridad que tenía antes del estallido de 2011 porque 7 años de guerra generaron la emergencia de auténticos

que salvaron al régimen y que ahora aspiran a compartir el poder.

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/REUTERS Diversas fuerzas pelean en Siria, como Israel en los Altos de Golan, o Turquía en las inmediacio­nes de la ciudad de Afrín

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