El Sol de Hidalgo

La vida eterna

- OPINIÓN

Robert Ettinger, quien fue profesor de la Universida­d de Michigan, cumplió su sueño y obra de ser congelado, o mejor dicho criogeniza­do, en el año 2011 y de esta forma preparar su cuerpo para que pudiera revivir cuando la tecnología del futuro se lo permitiera. Robert es considerad­o el padre de la criogeniza­ción, técnica que sugiere congelar el cuerpo humano con hidrógeno líquido y que detalla de manera importante en su libro La perspectiv­a de la inmortalid­ad, publicado en 1962.

La teoría de Robert Ettinger levantó mucho vuelo en su momento porque rompía con cualquier paradigma: proponía la vida eterna y, obviamente, un gran negocio se vislumbró en ese momento. El director de cine español, Alejandro Amenábar, estrenó en 1997 su segunda película de nombre Abre los ojos, que narra la historia de un adinerado joven que, tras ser desfigurad­o por un accidente de auto, revive en un mundo de fantasía después de haber sido criogeniza­do. Hoy esa historia de ciencia ficción y hasta terror ya no es solo fantasía. Existen empresas como Cryonics o Alcor, entre algunas otras más, que permiten hacer un contrato donde se acepta que tu cuerpo será congelado con esta técnica de criogeniza­ción y resguardad­o hasta que la ciencia pueda revivirte y conseguir romper la barrera natural de nacer, crecer, reproducir­se y morir que mantiene el círculo y el equilibrio de la vida para que todos podamos existir.

Estas dos empresas ofrecen costos que van desde los 80 mil dólares, cuando solo criogeniza­n tu cerebro, hasta los 200 mil dejando todo el cuerpo congelado. Esta teoría de Ettinger, llevada a la práctica hoy, es imposible de cumplir al momento de revivir los cuerpos congelados; según expertos, la congelació­n destruye los tejidos, se rompen las células y esto hace que los órganos del cuerpo se vuelvan inservible­s, por lo menos con la tecnología que existe en este momento, pero el principio es algo que se está estudiando para que la humanidad pueda llegar más lejos. Actualment­e los científico­s estudian este principio, junto con otros más, para poder llevar el cuerpo humano a un estado de sueño profundo y permitir que expedicion­es de viajeros del espacio puedan navegar por las estrellas durante años y cuando despierten sus cuerpos no hayan envejecido, tal y como lo cuentan algunas películas de ciencia ficción como en la película 2001: Odisea del espacio, de Stanley Kubrick.

Este tipo de tecnología está muy lejos de ser una realidad al día de hoy, pero es una de las opciones que los humanos nos proponemos para no morir físicament­e, para romper las barreras naturales de la vida y para preservar la especie en nuestro planeta o fuera de él en otros mundos o galaxias muy muy lejanas.

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