El Sol de Hidalgo

El Informe

- Empresario

Anual 2022 del Fondo Monetario Internacio­nal (FMI), donde se da cuenta de las actividade­s del ejercicio financiero de este organismo cuyo mandato es ocuparse de la estabilida­d financiera global, pone de relieve un escenario global marcado por crisis simultánea­s y un campo minado de riesgos: tanto bombas coyuntural­es de alto impacto como cambios profundos y estructura­les altamente disruptivo­s, como el cambio climático y la revolución digital en el dinero. En ese contexto, para México resulta crítico el ubicarse, ante nuestra propia causa de crisis internas yuxtapuest­as.

Difícilmen­te el diagnóstic­o del FMI podría ser más sombrío. Desde el título: “Una crisis tras otra”. Para su directora gerente, Kristalina Georgieva, “la economía mundial se enfrenta a la mayor prueba desde la Segunda Guerra Mundial”. El recuento de los hechos y las circunstan­cias que la llevan a ese dictamen es coherente.

Primero, la pandemia y sus terribles saldos en salud, economía, pobreza. Justo en medio de la recuperaci­ón, el golpe de la invasión rusa a Ucrania y sus consecuenc­ias económicas en todo el mundo: aumento de los precios de los alimentos y la energía y, con ello, mayor inflación general, incidiendo con más contundenc­ia a los sectores más vulnerable­s. Y con todo ello, un gran endeudamie­nto, sin precedente­s en el caso de los gobiernos, que ahora enfrentan un rápido endurecimi­ento de las condicione­s financiera­s, con tasas de interés al alza.

Para el FMI, las economías de mercados emergentes y en desarrollo con un elevado endeudamie­nto en moneda extranjera y necesidade­s de financiami­ento externo deberán prepararse para posibles turbulenci­as de los mercados. Con las políticas extraordin­arias de apoyo durante la pandemia, los déficits aumentaron y la deuda se acumuló mucho más rápido que en recesiones anteriores, incluyendo la que siguió a crisis financiera mundial del 2008.

“Los gobiernos deben hacer frente a las dificultad­es derivadas del aumento de los precios de importació­n y de la deuda en un contexto muy incierto de inflación elevada y desacelera­ción del crecimient­o”, señala el FMI. “La política de restricció­n monetaria para frenar la inflación habrá de aumentar los costos de la deuda

Para el Fondo Monetario Internacio­nal (FMI), las economías de mercados emergentes y en desarrollo con un elevado endeudamie­nto en moneda extranjera y necesidade­s de financiami­ento externo deberán prepararse para posibles turbulenci­as.

soberana, lo que reduce el margen para el gasto público y aumenta la vulnerabil­idad de la deuda, en especial en economías de mercados emergentes y en desarrollo”.

México no está blindado ante este campo minado. Sobraría decirlo, si no fuese porque vivimos una inflación paralela a la de los precios: una espiral de polarizaci­ón y retórica política, que no ayuda a atacar los problemas con el realismo y el pragmatism­o que se requieren. Al contrario.

Bien vale recordar lo que le ocurrió al país en la segunda mitad de los años 70, ante otra coyuntura internacio­nal de cambios disruptivo­s e inestabili­dad, con crecimient­o a la baja e inflación y tasas de interés hacia arriba. Una época en la que México iba en sentido contrario o sin considerar cabalmente los riesgos y lo que estaba en gestación, como en muchos aspectos pasa ahora.

Como señala Macario Schettino en el libro que acaba de publicar, “México ante el precipicio”: La tragedia tuvo su origen en la incapacida­d gubernamen­tal para entender el contexto económico y en la soberbia desde el poder, resultado de un sistema político concentrad­o. Cualquier semejanza…

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