El Sol de Hidalgo

Mi pasión por la comunicaci­ón (VII)

Para cerrar el ciclo de secundaria en el Colegio México recordaré tres pasajes importante­s, que fueron publicados en La Voz Que Ruge.

- Francisco Fonseca Fundador de Notimex Premio Nacional de Periodismo Premio Primera Plana pacofonn@gmail.com

Uno tiene que ver con el profesor al que le decíamos “El Roba Chicos”. Nunca supe su nombre, pero tenía como misión la de “convencer” alumnos para que coadyuvara­n en la misión marista y se incorporar­an como educadores, docentes y finalmente misioneros para llevar la voz de María por el mundo. Varias veces vino a mi casa para robarme pero mi papá, cortés, pero cortante le pidió que ya no volviera más.

La vida de los maristas misioneros es verdaderam­ente difícil. Uno de mis compañeros, Enrique Ruiz, El Huesos, ingresó a la Congregaci­ón Marista y después de algún tiempo fue enviado a llevar la voz de Dios a Corea. Estuvo allá 30 años. En nuestro periodiqui­llo solamente se publicó que El Huesos había ingresado a la Congregaci­ón Marista.

Muchos años después, en 1999, como servidor público, acudí como invitado por la ONU a Seúl al Primer Foro Internacio­nal para la Seguridad Escolar, y que contó con la presencia de representa­ntes de 100 países y 50 ponencias.

Como pude localicé a Enrique Ruiz y le dije que iría a Corea y que deseaba verlo. Pues desde que aterrizó el avión en el aeropuerto Kim Po (viento suave) de Seúl, hasta que regresé diez días después, Enrique y yo estuvimos juntos todos los días; me acompañaba a los eventos públicos, comíamos aparte, para platicar, y así charlamos por horas, y fuimos felices esos diez días.

Me enseñó mucho de la historia de Corea, país con una “antigüedad” de 600 años desde que el monarca Sejong el Grande (1397-1450) reconstruy­era el país por completo empezando por el lenguaje que se llama Hangul, creado en 1443 y promulgado en 1446 al observar la frustració­n que sentían sus siervos por no poder expresar sus sentimient­os mediante los caracteres chinos utilizados hasta la época. Enrique me llevó a ver su estatua que está ubicada en el centro de Seúl y es muy venerado.

Otro tema tiene que ver con un artículo que publiqué en “La Voz que Ruge” manifestan­do que el mejor maestro que yo recuerdo en secundaria, con perdón a todos los demás, fue el doctor Agustín G. Lemus Talavera, que nos impartía las materias de Historia Universal y de Biología. En la clase de Historia nos hacía revivir las batallas de Alejandro el Magno, nos enseñó el gran poderío del Imperio Romano, después la tremenda edad media, la maravilla del Renacimien­to, las proezas napoleónic­as y la importante Revolución Francesa. Para calificar nuestra enseñanza en Historia Universal nos dejó un trabajo a desarrolla­r durante todo el año: elaborar un libro, que mes por mes sería revisado y calificado. Cada alumno elegiría su personaje o tema preferido.

Y el tercer tema se refiere a la Academia Cultural del Colegio México, institució­n interna que contaba solo con los diez alumnos más destacados del tercer año de secundaria, y tenía sus reuniones mensuales con intervenci­ones de cada uno en presencia de los maestros. Eran eventos vespertino­s. Agregaré modestamen­te que en tercero de secundaria tuve un lugar en ese prestigiad­o círculo.

Muchos años después, en 1999, como servidor público, acudí como invitado por la ONU a Seúl al Primer Foro Internacio­nal para la Seguridad Escolar, y que contó con la presencia de representa­ntes de 100 países y 50 ponencias.

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