Pagar por algo que es “gratis”
La semana pasada, Elon Musk twitteaba que “tienes aquello por lo que pagas”, en medio de las diversas polémicas sobre su reciente adquisición de Twitter. Esta declaración suscitó una serie de respuestas y ávidas discusiones en dicha red social, donde a juzgar por las opiniones que siguieron a esta publicación, prevalece un sentido preocupante por el futuro de la plataforma y el uso gratuito de la misma.
De entrada, la idea de pagar por algo que hasta ahora ha sido “gratis”, provoca un inmediato rechazo para las personas que utilizan estas plataformas y es incluso vista como una amenaza a la libertad de expresión, al libre acceso, e incluso a la propia democracia, como no dudó en apuntar la representante estadounidense Alexandria Ocasio-cortez en días pasados. No obstante, y como ya ha sido expuesto ampliamente en documentales como El dilema de las redes sociales, la gratuidad de las redes no existe como tal.
Contrario a esta idea, es evidente que todo aquello que nos aparece como “libre” o “gratuito” tiene siempre un costo que alguien absorbe de alguna forma. En este caso, somos nosotros quienes durante todo este tiempo hemos estado pagando con nuestros datos, mismos que son el combustible que mantiene el negocio de las redes sociales y que, además, son utilizados —léase vendidos y traficados— con fines comerciales y hasta políticos.
Ante esta problemática, el filósofo y crítico de la tecnología, Jaron Lanier, propone la instauración de un nuevo modelo de negocios para las redes sociales. Poniendo como ejemplo el caso de Netflix y las plataformas de vídeo streaming, Lanier explica que ahí donde parecía poco probable que las personas quisieran pagar por un servicio extra para ver televisión, una vez que lo hicieron, en consecuencia éste mejoró: ofrecía un catálogo cada vez más amplio, libre de anuncios y disponible bajo demanda. Es decir, el usuario gozaba de ciertas ventajas gracias a aquello por lo que pagaba.
Siguiendo a Lanier, habría posibilidades a partir de una nueva ética-proyecto denominada “Dignidad de datos”, al decidir ceder tus datos para potencializar algoritmos, motores de búsqueda y diseño de anuncios, podrías obtener ganancias.
Esto se lograría a partir de una nueva economía: una aparentemente más justa, donde el servicio de la plataforma se sostendría por el pago de suscripción de los usuarios, mientras que el resto de las transacciones de datos, productos, etcétera, sería un intercambio consensuado entre todos los participantes de dichas relaciones, quienes podrían negociar el valor
Esto se lograría a partir de una nueva economía: una aparentemente más justa, donde el servicio de la plataforma se sostendría por el pago de suscripción de los usuarios, mientras que el resto de las transacciones de datos, productos, etcétera, sería un intercambio consensuado entre todos los participantes de dichas relaciones.
de su información, condicionar los límites de sus usos y obtener una remuneración por ello.
Lo anterior implica un total cambio de paradigma que, sin tener que renunciar al papel de Silicon Valley y las empresas de tecnología, busca dotar de mayor agencia a los usuarios.
Hasta ahora, recalco que nada de esto es un hecho aun, pero de ser así, nos tocaría presenciar un hito —positivo o negativo— que cambiaría la dinámica de las redes sociales como las conocemos.
¿Pagarías por usar tus redes sociales a cambio de dejar de ser el producto que se comercializa dentro de ellas? ¿Confiarías en Musk si en el futuro planteara un proyecto así?