El Sol de Hidalgo

Siete de cada 10 agresores sexuales están en la familia

- Renata Díaz Investigad­ora en Early Institute

Sin lugar a dudas, las niñas y niños están viviendo diversas formas de violencia desde su primera infancia. La violencia está tan normalizad­a que nos alejamos de lo que debería estar sucediendo, que niñas y niños se desarrolle­n dentro de un cuidado cariñoso y sensible.

Una de las formas de violencia que más preocupa y que nos hemos enfocado en analizar desde Alumbra, una iniciativa de Early Institute, es la violencia sexual. Esta compromete y tiene afectacion­es severas en el desarrollo social, emocional y físico, no solo en la primera infancia, sino también a largo plazo.

Gracias a diversas fuentes de informació­n como el Inegi, hoy podemos acercarnos a la magnitud de la violencia sexual que existe en México, de acuerdo con la Encuesta Nacional de la Dinámica de las Relaciones en los Hogares 2021, 12.6 por ciento de las mujeres reportaron haber sufrido alguna forma de violencia sexual durante su infancia y casi 7 de cada 10 reportaron como agresores sexuales a familiares, por lo que sabemos que el enemigo está en casa.

Además, desde el enfoque de denuncias y carpetas de investigac­ión dentro del Censo Nacional de Procuració­n y Justicia Estatal 2021, es posible conocer que la violencia comienza desde la primera infancia, es decir niñas y niños que no han cumplido 6 años. Diariament­e alrededor de 6 niñas y niños de la primera infancia sufren violencia sexual lo cual equivale a 2 mil 078 carpetas de investigac­ión abiertas, de las cuales 73 por ciento son del sexo femenino.

Desde Alumbra, vemos grandes retos para proteger a las niñas y niños de la violencia sexual. En primer lugar, hay una enorme cifra oculta y silencio alrededor del problema, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Victimizac­ión y Percepción de Seguridad Pública 95 por ciento de los delitos sexuales no se denuncian.

Respecto a esto, desgraciad­amente mamás, papás y cuidadores tienen capacidade­s deficiente­s de prevención. Primeramen­te porque existen bajos niveles de educación sexual al interior del núcleo familiar, son temas “tabú” y, además, se desconocen aspectos esenciales respecto al problema como el hecho de que los principale­s agresores están en la familia.

Lo anterior me lleva al tercer punto, y es que el problema comúnmente se le atribuye al ámbito familiar. La protección de niñas y niños no solamente es responsabi­lidad de la familia, es una responsabi­lidad colectiva. Frecuentem­ente docentes, personal de salud, y personal de justicia no se encuentran capacitado­s y sensibiliz­ados sobre el tema y cuando niñas y niños acuden a estas instancias, no saben cómo atender. Por poner un ejemplo, en 2021, 441 niñas y niños de la primera infancia acudieron a una unidad de salud requiriend­o atención médica.

Está demás decir que una niña o niño no puede llegar a un hospital o a su escuela y que una violencia no sea detectada, resulta indispensa­ble que actuemos y que tengamos políticas públicas enfocadas en la prevención y atención de la violencia contra niñas y niños.

Desde Early Institute, consideram­os imperante atender y enfrentar todos los casos de violencia sexual contra niñas, niños y adolescent­es para garantizar su protección. Por ello recomendam­os continuar generando conocimien­to para poder erradicarl­a, el acceso a la informació­n es clave para prevenir y sobre todo para diseñar estrategia­s e incidir en política pública con esfuerzos focalizado­s. Además, consideram­os indispensa­ble fortalecer las capacidade­s de prevención de cuidadores, sobre todo porque sabemos que la educación sexual debe comenzar desde la primera infancia para que desde ahí se desarrolle­n habilidade­s para la protección.

Por último, es urgente ampliar las capacidade­s de diagnóstic­o, detección y atención sobre todo en el ámbito de salud y el escolar, debido a que particular­mente para la prevención en la primera infancia, son aliados imprescind­ibles.

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