La monetización a costa de todo
Según el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF, por sus siglas en inglés), de los 10 a los 13 años una persona está en la adolescencia temprana y es cuando comienzan los cambios hormonales en el cuerpo como el cambio de voz, aparición de vello en el cuerpo, aumento de sudoración, los lazos de amistad se empiezan a convertir en algo más importante y el sentido de pertenencia en un grupo social toma más fuerza. Es en esta época que somos más influenciables y el mundo en el que vivimos y las experiencias de vida que nos sucedan van a marcarnos de una o de otra forma en nuestra personalidad y forma de ver la vida hacia adelante.
Es también en esta época de la vida que, en estos tiempos, muchos adolescentes entran al mundo de las redes sociales y sus vínculos de amistad y complicidad toman forma compartiendo gustos, afinidades y experiencias. Pero, ¿están estos pequeños adolescentes listos para la vida digital en una red social? y también ¿las redes sociales están listas para ellos? A nivel tecnológico las redes están listas; sus algoritmos identifican lo que le gusta o comparte y la plataforma le va a ofrecer más contenido similar para que, finalmente, este nuevo usuario no salga de la red y consuma y comparta más y más contenido. El problema viene cuando este nuevo usuario busca contenido peligroso para su edad, contenido que puede ser que no entienda y le haga una distorsión de la realidad. El caso más emblemático y que retrata esta triste realidad es el de Molly Russell, que con 14 años tomó la decisión de suicidarse, en 2017, después de haber consumido y compartido más de dos mil 100 contenidos relacionados con suicidios y autolesiones 6 meses antes de morir.
El asunto es que Molly, al igual que millones de jóvenes en todo el mundo, pueden llegar a tener ideas suicidas. A cuatro años de su muerte y después de que los padres interpusieran una demanda en contra de Instagram y Pinterest, un tribunal sentenció que Molly murió por “un acto de autolesión mientras sufría de depresión y por los efectos negativos del contenido en redes sociales”. Su muerte ha sentado un precedente y las redes sociales han hecho cambios en sus plataformas cuando identifican que un usuario de cierta edad consume estos contenidos, por ejemplo; Tik Tok, que en nuestro país tiene más de cuatro millones de usuarios menores de 13 años, despliega líneas de ayuda y previene al usuario de que eso que va a ver y escuchar es delicado y probablemente necesite apoyo.
Dejar en manos de un algoritmo la salud mental de nuestros adolescentes es un disparate; los padres o tutores deben estar cercanos y supervisar lo que se comparte y se consume en Internet. Por supuesto que las plataformas deben poner manos en el asunto, como lo han comenzado a hacer, para que la Inteligencia Artificial de las plataformas no fomente el contenido dañino en los menores de edad, pero el acompañamiento de la familia y del círculo cercano es indispensable para que las redes se disfruten y no sean una pesadilla. de banca móvil tienen capacidades de marketing digital personalizado y están habilitadas para una asignación de gastos, análisis de liquidez, entre otros servicios