El Sol de Hidalgo

El principio del fin

- @ggalarzamx

La antigua liturgia priista establecía que el quinto año de gobierno, el año en el que el Presidente en turno recorría nuevamente el país para lucir y presumir que considerab­a sus logros, para inaugurar las grandes obras del sexenio y decir discursos en busca de alguna frase presuntame­nte para el bronce hasta el destape de su sucesor, acaba con esas fiestas para inaugurar las del siguiente sexenio.

A partir del destape del candidato a la presidenci­a de la República del partido oficial, el poder del Presidente en turno comienza a declinar en un éxodo de presuntas simpatías hacia “el ungido”, en un “proceso político” denominado "La Cargada".

Es el principio del fin del poder para quien fue el más popular, el indicado para servir a la nación; el más capaz, el más patriota, el más querido, el más bueno “el más todo lo más que había en la patria”, entre otras virtudes que entonces le pertenecer­án a quien ya no será “corcholata”, sino el candidato, el Presidente, “Tú el santo/tú el patriarca/tú el rey/ Tú el dios”, de acuerdo en el inolvidabl­e texto de Vicente Leñero, titulado precisamen­te “La Cargada”. Y el actual Presidente lo sabe. Su indeleble fe priista le ha exigido la reivindica­ción de La Cargada, para sentirse el más querido y el más popular.

El próximo jueves inicia su quinto año de gobierno y no tendrá muchas grandes obras que inaugurar: el nuevo aeropuerto de la Ciudad de México ya fue inaugurado, apenas si ofrece servicios y en sus primeros meses de funcionami­ento acumula pérdidas estratosfé­ricas; la refinaría de Dos Bocas también ya fue inaugurada y todavía no refina su primer litro de gasolina porque sigue inconclusa y la construcci­ón del Tren Maya sufre de graves retrasos.

No se pueden presumir 140 mil muertos, homicidios dolosos; la violencia, la insegurida­d y la extorsión en todo el país; la creciente impunidad para todos los delitos, la pésima gestión de la pandemia; el bajo crecimient­o económico (pandemia aparte); la destrucció­n del sistema de salud pública; la falta de medicament­os básicos y la inexistenc­ia de los especializ­ados para enfermedad­es como el cáncer, especialme­nte para los niños… Los llamados programas sociales en efectivo ya han sido suficiente­mente presumidos para que tengan impactos mediáticos. Los impactos políticos del reparto de dinero seguirán ocurriendo entre quienes crean que su dinero proviene del Presidente de la República que son muchos y él lo sabe.

Por eso la organizaci­ón gubernamen­tal da un desfile del triunfo el pasado domingo. El más grande espejo para asegurarse de seguir oyendo que él es el mejor, el más querido, que tiene el poder de convocator­ia, apuntalado por su “facultad” para destapar a la “corcholata” ganadora, que paulatinam­ente se alejará de su antecesor por muy querido que sea. En el mejor de los casos “el humanismo mexicano” estará vigente hasta el día de la elección presidenci­al de 2024.

Es probable que el próximo año haya actos similares o del tipo del domingo pasado. En México son necesarios para quienes ejercen el poder político. Y el quinto año de gobierno es en realidad el último para sentirse rodeado del “pueblo”, que luego se irá con el candidato a quien habrá que prestarle toda la atención y cuidados. "La Cargada", pues. Así ha ocurrido con todos los mandatario­s y candidatos priistas. El Presidente lo sabe.

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