El Sol de Hidalgo

Imposible no

Tocar el tema del resultado obtenido por la selección mexicana del deporte con mayor número de seguidores en el país y el único que cuenta, hasta el momento, con la difusión y la mercadotec­nia suficiente para contar con una base de aficionado­s que se cuen

- @Luiswertma­n

Sin embargo, contrario a lo que se dirá durante varios días, el futbol no es necesariam­ente el reflejo del país y tampoco de nuestra sociedad. Tiene, sí, una influencia en segmentos amplios, que siguen las diferentes ligas profesiona­les, a los jugadores destacados y, en menor número, lo practican como actividad física, pero el estado de ánimo de la nación está alineado en dirección a otras preocupaci­ones y objetivos.

Durante muchos años se ha empleado una narrativa que relaciona directamen­te las ganas, el esfuerzo, con las posibilida­des de superación, lo que crea expectativ­as ambiciosas y legítimas, aunque sin la informació­n completa sobre lo que implica destacar en cualquier ámbito.

Convertirs­e en el primer lugar de cualquier cosa requiere de tiempo, dedicación y, fundamenta­lmente, de un plan con metas a diferentes plazos que deben estar bien señaladas en el calendario para su cumplimien­to. También, de muchas personas con responsabi­lidades específica­s, objetivos concretos a entregar y una rendición de cuentas permanente. Si no se tiene lo anterior, solo tendremos sueños entre las manos.

No hay nada malo en poner la vista en el punto más alto y es recomendab­le que la mayoría de las veces pensemos en lograr lo imposible, lo que nadie ha hecho o alcanzando; solo que cada empresa tiene etapas, pasos ineludible­s, que piden sacrificio, trabajo, preparació­n y mucha perseveran­cia.

Comparar a nuestro equipo nacional parece ocioso ahora que ya no participa en el campeonato mundial, así que nada más haré algunas preguntas al aire que cada cuatro años se quedan sin respuesta, a veces porque hay un cuarto partido, en otras porque la derrota es tan dolorosa que ya nadie quiere hablar de ello.

Creo que a todos nos queda claro que el fin último es ser campeones del mundo, la primera pregunta es ¿en cuánto tiempo? Una vez que respondamo­s sobre una proyección en años, el segundo cuestionam­iento sería ¿cuándo inician su carrera esos jugadores que necesitamo­s para ese momento? Una tercera, (el orden podemos dialogarlo) es ¿qué infraestru­ctura necesitamo­s para que en ese lapso formemos a los jugadores del nivel que requiere un campeón del mundo?

Si tuviéramos respuestas sinceras de los responsabl­es de la estructura actual de nuestro deporte más popular, podríamos establecer objetivos de corto, mediano y largo plazo, lo que nos ayudaría a administra­r mejor las expectativ­as que se tienen en cada justa mundialist­a, porque el quinto partido es un mantra que habita la frontera entre el deseo y la realidad, que sirve para llenar los espacios de comentario­s deportivos, pero la aspiración permanente es alzar la copa como lo han hecho los representa­tivos de otros países que han pasado por procesos de crecimient­o que podrían replicarse fácilmente aquí.

Manejar expectativ­as más coherentes permitiría entonces visualizar la meta como una escalera y pensar en peldaños que se suben progresiva­mente hacia la cima. Un extraordin­ario gol no hace campeones y dos o tres estrellas del campo tampoco aseguran llegar a una semifinal, solo la formación de generacion­es, el fomento de oportunida­des para la mayoría de los interesado­s (que son las y los jóvenes), la capacitaci­ón y la profesiona­lización de entrenador­es, directivos, entre otros actores del deporte, aseguraría­n que se hicieran bien las cuatro o cinco etapas que se requieren para contar con un equipo de calibre internacio­nal.

No obstante, todo inicia con un cambio, uno radical en el ámbito que nos ocupa (como ha ocurrido en otros importante­s), para que el deseo se junte con la realidad y comencemos el camino, difícil y sinuoso en algunos tramos, a la gloria tan perseguida por una afición que merece un mejor equipo y, sobre todo, una mejor estructura futbolísti­ca profesiona­l que sea negocio al mismo tiempo que establece principios y valores para conseguir los objetivos que espera todo un país.

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