El Sol de Hidalgo

Los aniversari­os,

- @cipmexac

esas fechas importante­s que pasan una vez al año y nos hacen conmemorar de todo: cumpleaños, relaciones, festejos nacionales y algunas veces esos días que nos dejaron un golpe fuerte en nuestra vida. El viernes pasado se conmemoró el Día Internacio­nal para la Erradicaci­ón de la Violencia contra la Mujer. Y, para serte honesta queridx lectxr, no fue un día muy grato para ésta que está escribiend­o.

Violencia”, una palabra que significa tantas cosas, pero más allá de meternos a los tipos y las ramificaci­ones que pueden haber, hoy quiero hablar sobre lo que prevalece. Ese halo y camino que deja a su paso, que sí, aparenteme­nte puede ser un trazo de dolor, angustia y moho. Pero que también, tiene la posibilida­d de dejar sanación, compasión y un camino de vegetación que nace después de un momento así.

Piensa en las mujeres de tu vida: mamás, tías, amigas, hijas, abuelas, parejas. De ellas, siete han sufrido algún tipo de violencia. SIETE.

¿Quiénes son?, ¿qué cara tienen?,

¿cuáles son sus historias? Siete mujeres que tienen cosas que contar para esta simple estadístic­a que arroja el Inegi y que en sus ojos puedes ver estos rezagos que dejó algún tipo de violencia, ya sea psicológic­a, física y/o sexual (2021).

Es imposible pensar que en México vayamos a poder construir paz para las mujeres si no nos detenemos a ver esto: las historias que quedan después de la violencia. Porque no es solo el hecho, el momento y la situación. Al contrario, son las secuelas y las sensacione­s que pasan después. Porque así sí podemos ver la paz que viene después de la violencia, evitando que esto vuelva a pasar.

Así que, para conmemorar este día, abre el espacio no solo ahora, sino siempre para que estas siete mujeres puedan contarte sus historias, sus miedos y también su sanación y su autocompas­ión. Porque vivir violencia como mujer muchas veces se siente como un hueco negro, lleno de ceniza que, cuando se comparte y sana, hace que emergan flores nutridas de ceniza que reflejan pura resilienci­a y valentía.

Es imposible pensar que en México vayamos a poder construir paz para las mujeres si no nos detenemos a ver esto: las historias que quedan después de la violencia. Porque no es solo el hecho, el momento y la situación. Al contrario, son las secuelas y las sensacione­s que pasan después. Porque así sí podemos ver la paz que viene después de la violencia, evitando que esto vuelva a pasar.

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