La verdadera lucha por la Democracia
El pasado domingo 18 de febrero, se llevó a cabo en la capital del país una marcha denominada En defensa de la democracia, en la cual se manifestaron miles de personas, algunos lanzando consignas contra el presidente de la República, otros expresando el rechazo al paquete de reformas que presentó el presidente López Obrador recientemente, otros más en defensa del INE, algunos manifestándose a favor del Poder Judicial.
En primera instancia, celebro que exista libertad de expresión para que cualquier persona se manifieste libremente; asimismo, exprese sus opiniones y hacer un uso del espacio donde se fraguan las grandes conquistas sociales y políticas que es la calle por excelencia; sin embargo, resulta interesante analizar todo cuanto aconteció previo, durante y posterior a esta marcha dominical, misma que se replicó en diferentes ciudades del país.
La democracia contemporánea es una forma de gobierno, que tal como lo manifiesta la Constitución de nuestro país, el poder y la soberanía emanan del pueblo, de ahí que somos una República Federal, democrática, laica y representativa; pero más allá de lo que nos dice la doctrina constitucional, es menester que reflexionemos en torno a la democracia que actualmente se ejerce nuestro país y en qué difiere con la democracia pregonada en los tiempos del autoritarismo de la hegemonía del PRI y del presidencialismo omnipresente; así como también contrastar con los últimos 18 años del período de la fallida alternancia y el recrudecimiento del neoliberalismo voraz.
La democracia requiere de un Estado de derecho, en el cual existan reglas claras para el acceso al poder a través de un sistema electoral y un sistema de partidos, y sobre todo donde existen los mecanismos de participación y cause institucional para las demandas de la sociedad; en este sentido ha sido a través de los gobiernos de la Cuarta Transformación, en los cuales se logró transitar a una percepción real por parte de las personas de un ejercicio del poder, ya que se desarrollaron políticas públicas sin precedentes, que tienen como centro generar bienestar a través de una política social pensada en la gran mayoría de las y los mexicanos, la gente de a pie, los pobres, los excluidos, los marginados, los grupos vulnerables, que han encontrado una política social que ha hecho justicia con los adultos mayores, las madres solteras, las personas con discapacidad, las juventudes que estudian y las que buscan un primer empleo, la gente del campo que siembra vida, y en general, con la inmensa mayoría de la población, al efectuar un incremento real para la clase trabajadora del salario mínimo como nunca antes en la historia de nuestro país.
Lo que vimos el pasado domingo, no le resto significado ni valor a quienes genuinamente salieron a manifestarse por no coincidir o estar en contra de las políticas del presidente López Obrador, están en su derecho; pero también, lo que se tiene que decir con claridad y de cara a la gente es que en la marcha, tanto los convocantes como los principales dirigentes, son actores ligados a los partidos políticos que hoy son oposición y que más parecieran tratar de llamar la atención a través de una convocatoria a la sociedad civil, a efecto de atraer miradas de la opinión pública para su proyecto político, marcado por intentar retroceder a las políticas conservadoras y de privilegios que tanto daño hicieron al pueblo de México.