Y el santoral de la semana
DOMINGO 14. Santos: Félix de Nola, presbítero; Macrina de Cesarea, viuda. Beata Alfonsa Clerici, religiosa. LUNES 15. Santos: Probo de Rieti, obispo; Francisco Fernández de Capillas y compañeros, mártires, Arnoldo Janssen, fundador. MARTES 16. Santos: Marcelo I, papa; Fulgencio de Sevilla, obispo. Beato Luis Antonio Ormières, fundador. MIÉRCOLES 17. Santos: Jenaro Sánchez Delgadillo, mártir. (Beato*) Teresio Olivelli, mártir. JUEVES 18. Santos: Prisca o Priscila de Roma, mártir; Margarita de Hungría, religiosa. Beata María Teresa Fasce, abadesa. VIERNES 19. Santos: Germánico de Filadel a, mártir Mario, Marta, Audifaz y Ábaco de Persia mártires. Beato Marcelo Spinola, fundador.
SÁBADO 20. San Sebastián, mártir o San Fabián, papa y mártir. Otros santos: Beato Cipriano Miguel Iwene Tansi, presbítero. SAN SEBASTIAN. Nació en Narbona (Francia) en el año 256, pero se educó en Milán. Cumplía con la disciplina militar, pero no participaba en los sacri cios paganos por considerarlos idolatría. Como cristiano, ejercitaba el apostolado entre sus compañeros, visitando y alentando a otros cristianos encarcelados por causa de su religión. Acabó por ser descubierto y denunciado al emperador Maximiano (amigo de Diocleciano), quien lo obligó a escoger entre poder ser soldado o seguir a Jesucristo. El santo escogió seguir a Cristo. Decepcionado, el emperador lo amenazó de muerte, pero Sebastián se mantuvo rme en su fe. Enfurecido, lo condenó a morir. Los soldados del emperador lo llevaron al estadio, lo desnudaron, lo ataron a un poste y lanzaron sobre él una lluvia de echas, dándolo por muerto.1 Sin embargo, sus amigos se acercaron y, al verlo todavía con vida, lo llevaron a casa de una noble cristiana romana llamada Irene, esposa de Cástulo, que lo mantuvo escondido y le curó las heridas, hasta que quedó restablecido. Sus amigos le aconsejaron que se ausentara de Roma, pero Sebastián se negó rotundamente. Se presentó ante un emperador desconcertado, ya que lo daba por muerto, y le reprochó enérgicamente su conducta por perseguir a los cristianos. Maximiano mandó que lo azotaran hasta morir, y los soldados cumplieron esta vez sin errores la misión, tirando su cuerpo en un lodazal. Los cristianos lo recogieron y lo enterraron en la Vía Apia, en la célebre catacumba que lleva el nombre de San Sebastián. Murió en el año 288.