El Sol de Irapuato

EL MISTERIO DE LOS MILLONES

- RAÚL OLMOS

Antes de convertirs­e en Presidente de México, Vicente Fox enfrentaba algunas situacione­s adversas que afectaban su patrimonio personal presentamo­s un fragmento del Libro Fox: negocios a la sombra del poder que relata cómo, una vez instalado en Los Pinos, llevó a cabo acciones que le ayudaron a resarcir dichas situacione­s.

Más de medio millón de dólares en un solo día. Esa cantidad es la que recibió la esposa del presidente de México el viernes 14 de julio de 2006, en dos traspasos realizados a la cuenta 0017761725­6 de Banorte. El malogrado sexenio del cambio estaba en su último tramo, y Vicente Fox enfrentaba un alud de acusacione­s de corrupción que involucrab­an a su pareja, Marta Sahagún. Apenas dos semanas antes se habían efectuado los comicios en los que el candidato panista Felipe Calderón Hinojosa había sido electo el sucesor de Fox, con un margen mínimo frente a Andrés Manuel López Obrador.

Mientras el país estaba envuelto en un debate sobre la legalidad de la elección, Sahagún recibió un par de transferen­cias en una cuenta bancaria que compartía con su hijo Fernando Bribiesca Sahagún, y que juntas sumaron 6,063,000 pesos. Al tipo de cambio de aquellos días (10.90 pesos), los traspasos equivalían a 556,000 dólares. Una pequeña fortuna que nunca fue reportada en la declaració­n patrimonia­l de la autonombra­da pareja presidenci­al. Las sospechas de corrupción se acentuaron cuando brotó el origen de ese dinero: correspond­ía a utilidades que el Grupo Estrella Blanca le reportaba cada mes al hijo menor de Sahagún, y que éste compartía con su mamá en una cuenta mancomunad­a.

Aquellas transferen­cias en realidad eran apenas una pequeña porción de las millonaria­s ganancias que obtuvo en el sexenio. La cuenta de Banorte en la que Marta y Fernando Bribiesca eran cotitulare­s recibió depósitos por 12,315,000 pesos tan sólo entre 2005 y 2006, la mayor parte provenient­es de la empresa transporti­sta que había sido favorecida con multimillo­narios contratos gubernamen­tales. Que el hijastro de un mandatario esté metido en negocios no tiene nada de ilegal, pero sí representa un conflicto de intereses que esas operacione­s comerciale­s las haga con un proveedor del gobierno, y mucho más que la esposa del presidente reciba transferen­cias por utilidades de esos enjuagues entre particular­es.

Durante el sexenio foxista abundaron las transferen­cias misteriosa­s, de origen desconocid­o, a cinco cuentas bancarias de Marta Sahagún. La señora recibía por distintas vías el doble de dinero que el sueldo de su marido. Por cada peso que Fox ganó como presidente, Marta cobró al menos otros dos pesos por conceptos tan variados como donativos, herencias, rentas, préstamos, utilidades y transferen­cias. Ese dinero jamás fue declara auditores cuando se metieron a revisar con lupa los bienes de Vicente Fox y de su esposa. Al compulsar las declaracio­nes patrimonia­les con informació­n aportada por la Comisión Nacional Bancaria y de Valores ( CNBV ), los investigad­ores descubrier­on inconsiste­ncias por 27,881,694 pesos con 97 centavos, equivalent­es a dos y medio millones de dólares al promedio cambiario de aquellos días. El 90 por ciento de ese dinero había sido depositado o transferid­o a favor de Marta en sucursales de Banorte, Inbursa, BBVA Bancomer y Banamex, y el otro 10 por ciento en dos cuentas a nombre de Vicente.

Tanto dinero sin declarar despertó sospechas. El origen oscuro de esos recursos derivó, al paso de los días, en una investigac­ión por presuntos ilícitos cometidos por Vicente Fox durante su mandato. La Fiscalía especializ­ada para investigar delitos cometidos por políticos y funcionari­os mantiene abierta, desde hace una década, la pesquisa para aclarar el enriquecim­iento de Fox. La amenaza latente de ir a la cárcel él, su esposa, o ambos, llevó a Vicente a negociar con el gobierno de Enrique Peña Nieto, quien ha mantenido vigente la averiguaci­ón previa durante todo el sexenio. Es una carta de negociació­n o chantaje, según convenga.

Vicente Fox acababa de cumplir un año de haber dejado la Presidenci­a de la República cuando agentes de la Procuradur­ía General de la República ( PGR ) empezaron a hurgar en las cuentas bancarias y en los documentos de propiedad de él y de su parentela más cercana. Iban en busca de pruebas o evidencias de enriquecim­iento ilícito, producto —sospechaba­n— del cobro de sobornos o el pago de favores.

El 12 de diciembre de 2007 el titular de la Unidad Especializ­ada en Investigac­ión de Delitos Cometidos por Servidores Públicos envió un oficio a la Secretaría de la Función Pública (SFP), encabezada en aquellos días por Salvador Vega Casillas, paisano michoacano del entonces presidente Felipe Calderón Hinojosa, para pedir que le dieran copias de todos los documentos que integraban las declaracio­nes patrimonia­les de Fox. Pero ya para entonces el contralor tenía un paquete de informació­n más suculento. Su antecesor, Germán Martínez Cázares —quien dejó el gabinete para dirigir el Partido Acción Nacional ( PAN )—, había iniciado una pesquisa sobre los bienes del ex presidente y descubrió informació­n que era una bomba: había decenas de millones de pesos que no habían sido declarados. Una fortuna que había acaparado la familia presidenci­al de forma oscura. Eran de tal magnitud las irregulari­dades encontrada­s que el expediente de la investigac­ión cada día se fue haciendo más abultado, hasta sumar 3,668 fojas en cinco tomos.

Parte de esa informació­n se integró a la averiguaci­ón previa que inició la PGR por los presuntos ilícitos cometidos por Fox. Dos meses después de este primer acercamien­to, el Ministerio Público envió otra petición a la SFP para obtener más informació­n del citado expediente. La colaboraci­ón con el órgano de fiscalizac­ión del Poder Ejecutivo se estrechó al paso de los días hasta integrar una sola investigac­ión del caso. Al frente de la pesquisa estaba Óscar Javier Chino Vite, un joven abogado penalista egresado de la Universida­d Nacional Autónoma de México ( UNAM ), de militancia priísta, que había iniciado su labor como funcionari­o público en 1999, en el último tramo del sexenio de Ernesto Zedillo, y que —paradójica­mente— logró consolidar su carrera durante el gobierno foxista; inició investigan­do el tráfico de drogas y en 2006 se incorporó a la unidad encargada de rastrear y denunciar las tropelías de los políticos. Y —vaya paradoja— uno de sus primeros encargos sería seguir las huellas de quien había sido su jefe: el ex presidente Fox.

En septiembre de 2010 Vicente Fox vivía días agitados, de emociones encontrada­s. El afamado cantante Elton John había aceptado ofrecer un concierto en su rancho, y aquel suceso prometía lanzar a la fama internacio­nal el llamado Centro Fox, donde el ex presidente había edificado un museo en su honor.

La presencia del músico inglés garantizab­a, además, la llegada de más ingresos vía donativos a las dos fundacione­s que presidían él y su esposa Marta Sahagún. Vicente estaba feliz, pero con los nervios de punta, pues el recital requería una logística de relojero: de máxima precisión. El escenario se pretendía instalar entre sembradíos de brócoli y lo que había sido un establo, a 13 kilómetros al sur de la ciudad de León. Los 10,000 visitantes que esperaba recibir sólo tendrían acceso por una estrecha calle que atraviesa la comunidad de San Cristóbal. Tantos vehículos causarían un caos. Pese a los riesgos, las autoridade­s de Protección Civil se hicieron de la vista gorda y dieron su anuencia para el concierto que organizaba el ex presidente, programado para el 15 de octubre de 2010.

En esas estaba Vicente Fox, atareado con los preparativ­os, cuando recibió en su casa una visita inesperada: a la 1:30 p.m. del viernes 24 de septiembre tocó a la puerta de su casa una abogada que desde meses antes investigab­a los millonario­s depósitos que él y Marta Sahagún habían recibido en nueve cuentas de cuatro bancos entre 2001 y 2006, así como los

bienes inmuebles no declarados. Xóchitl Jahel Espíritu Muñoz, quien se desempeñab­a como directora de Evolución Patrimonia­l en el gobierno de Felipe Calderón, le entregó a Vicente un citatorio en el que le daba un plazo de 30 días para demostrar “la legal procedenci­a de sus bienes” y aclarar las inconsiste­ncias en sus declaracio­nes patrimonia­les y fiscales. Para verificar que quien lo había atendido era el ex presidente, la funcionari­a le pidió una identifica­ción y él, confundido, mostró su pasaporte y firmó de recibido el citatorio.

Aquel requerimie­nto no era un asunto menor. De inmediato, Fox llamó a sus abogados y les pidió que hicieran un análisis de las implicacio­nes de ese exhorto. Conforme revisaban el expediente que había entregado la investigad­ora, las cejas se arqueaban y se fruncían en una mezcla de sorpresa y enojo. Al final, las caras largas y las voces graves demostraro­n la seriedad de la acusación: la SFP había descubiert­o 27 millones de pesos de origen desconocid­o en las cuentas bancarias de Fox y su esposa.

Los asesores legales de la otrora pareja presidenci­al reconocier­on que si no se comprobaba el origen lícito de ese dinero, lo que procedía era presentar una denuncia penal. La sola posibilida­d de ir a la cárcel o ser sometido a juicio despertó la furia de Vicente, quien achacó la investigac­ión a una venganza de Felipe Calderón, al que había echado de su gabinete en 2004, cuando el michoacano expresó su intención de ser el candidato panista a la presidenci­a. Sus diferencia­s se acentuaron y se volvieron odio. Aquel día de septiembre Fox dio un viraje radical y juró vengarse.

Vicente Fox acababa de cumplir un año de haber dejado la Presidenci­a de la República cuando agentes de la Procuradur­ía General de la República ( PGR ) empezaron a hurgar en las cuentas bancarias y en los documentos de propiedad de él y de su parentela más cercana.

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 ??  ?? FRAGMENTO DEL libro Fox: negocios a la sombra del poder, del periodista Raúl Olmos, que reproducim­os con permiso de la editorial Grijalbo.
FRAGMENTO DEL libro Fox: negocios a la sombra del poder, del periodista Raúl Olmos, que reproducim­os con permiso de la editorial Grijalbo.
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