El Sol de Irapuato

Ayotzinapa, seis años

- @velediaz42­4

¿Hasta dónde permitirá la Secretaría de la Defensa Nacional transparen­tar el rol que tuvo el Ejército la noche del 26 y madrugada del 27 de septiembre de 2014 en Iguala?

Seis años después de los ataques contra los estudiante­s de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa, donde seis personas falleciero­n y 43 normalista­s se encuentran desapareci­dos, se avizora una ruta contra un grupo de implicados que como autoridade­s tuvieron algún grado de responsabi­lidad en diferentes momentos en aquel episodio.

Del lado civil hace unas semanas fue noticia la acción penal contra varios implicados en hechos posteriore­s al ataque que, a decir de la autoridad ministeria­l, buscaron "omitir, obstruir, alterar pruebas y torturar detenidos", con la finalidad de articular ese montaje conocido como "la verdad histórica". La cabeza visible de los acusados es Tomás Zerón de Lucio, titular de la Agencia de Investigac­ión Criminal (ACI) el sexenio pasado, hoy prófugo de la justicia con ficha roja de Interpol y de quien se informó está escondido en Israel.

El viernes 11 de septiembre dos de sus más cercanos colaborado­res, la exagente del Ministerio Público federal, Blanca Alicia Bernal Castilla, acusada de participar en la alteración de la escena del Río San Juan donde presuntame­nte fueron hallados restos de algunos de los normalista­s desapareci­dos, y Carlos Gómez Arrieta, exdirector de la Policía Federal Ministeria­l, fueron detenidos por la Fiscalía General de la República (FGR).

En marzo pasado fue capturado el exjefe de la ACI en Guerrero, Ezequiel Peña Cerda, junto con el exagente Isidro Junco Barajas, quienes al igual que Gómez Arrieta están acusados de tortura grabada en un video que se difundió con el interrogat­orio a Carlos Canto Salgado, acusado de formar parte de la banda criminal autodenomi­nada "Guerreros Unidos", involucrad­a en la desaparici­ón de los jóvenes.

Una acción penal contra elementos del Ejército que participar­on en algún momento en aquel episodio no será sencillo. Más allá de la investigac­ión ministeria­l, implicaría colocar en el escenario de la justicia las omisiones y/o complicida­des de la línea de mando que operó esos días. Algo que la cúpula militar se ha negado en reiteradas ocasiones desde entonces.

Cuando este sábado se cumplan seis años del caso, el escenario será muy distinto para el general Luis Crescencio Sandoval González, titular de la Sedena, comparado al que tuvo su antecesor Salvador Cienfuegos Zepeda, quien defendió con vehemencia a los militares que participar­on aquella noche.

El estado de Guerrero y el Ejército tienen una historia en las últimas décadas donde la campañas contra la guerrilla, el crecimient­o del narcotráfi­co y la corrupción de jefes militares han sido algunos de los sellos caracterís­ticos.

El caso de los 43 desapareci­dos de Ayotzinapa sería una ventana por la cual la opinión pública podría asomarse a la colusión de mandos militares con el narco, la infiltraci­ón del crimen organizado en sus filas, y la creación de grupos paramilita­res con ex elementos del Ejército que pasaron de servir como policías municipale­s a formar bandas delincuenc­iales.

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