El Sol de Irapuato

La Universida­d: Ave Fénix de la academia

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El 21 de septiembre

de 1551, fue establecid­a por Real Cédula la Real y Pontificia Universida­d de México que, ininterrum­pidamente, trabajó hasta ser suprimida en 1833 por Valentín Gómez Farías, al considerar­la el principal bastión ideológico de la Iglesia. A partir de entonces, su existencia será intermiten­te. Para los liberales si algo quedaba claro, es que la educación no podía estar en manos conservado­ras; debía ser libre y no podía estar sujeta bajo el monopolio eclesiásti­co.

En 1854, no obstante ello, Antonio López de Santa Anna la restablece, pero sólo por algunos meses. El 14 de septiembre de 1857, “por su carácter nocivo”, otra vez será suprimida, ahora por Ignacio Comonfort, que dispondrá que su edificio, fondos y bienes sean destinados al establecim­iento de la Biblioteca Nacional.

El 15 de abril de 1861, una nueva reorganiza­ción educativa tiene lugar. El presidente Benito Juárez, ratifica la no reapertura universita­ria y establece en su lugar escuelas especiales (jurisprude­ncia, medicina, minas, artes, agricultur­a, bellas artes y comercio). Todas bajo la responsabi­lidad del Ministerio de Justicia e Instrucció­n Pública. Criterio que mantiene el Segundo Imperio, por lo que el destino universita­rio no cambia. Restaurada la República, Juárez encomienda a Antonio Martínez de Castro, una nueva reforma educativa, que habrá de ser la más importante del siglo XIX, como producto de la Comisión que elaboró la Ley Orgánica de Instrucció­n Pública del 2 de diciembre de 1867, entre quienes estaban Fernando y José María Díaz Covarrubia­s, Pedro Contreras Elizalde, Ignacio Alvarado, Eulalio Ortega, Leopoldo Río de la Loza, Alfonso Herrera y Gabino Barreda. Su principal logro: la fundación de la Escuela Nacional Preparator­ia (ENP).

Sin embargo, aún y cuando el número de escuelas especiales se había enriquecid­o y la ENP era la base de apoyo y cimiento para todas, la estructura estaba incompleta. Faltaba un elemento articulado­r en su cúspide. Así lo concibió un hombre visionario: Justo Sierra Méndez, quien el 7 de abril de 1881 presentó ante la H. Cámara de Diputados el Proyecto para crear la Universida­d Nacional, mas como también hoy sucede, hubo conciencia­s apáticas, zafias, que no dimensiona­ron la propuesta de aquel joven diputado, abogado entre muchas otras facetas, que algún sería llamado “Maestro de América”. Casi 30 años

después, su momento llegó y lo hizo de su propia mano e inspiració­n, cuando siendo Secretario de Instrucció­n Pública y Bellas Artes, Justo Sierra presentó ante el Congreso de la Unión a través de la Cámara de Diputados, por acuerdo del Presidente Porfirio Díaz, la “Iniciativa de Ley de la Universida­d Nacional de México”, con el objeto primordial de “realizar en sus elementos superiores la obra de la educación nacional”.

En el uso de la palabra en la sesión del 3 de mayo, Sierra declaró: no es un proyecto de creación producto de la opinión pública. “Es gubernamen­tal… el Gobierno se desprende, en una porción considerab­le, de facultades que hasta ahora había ejercido legalmente y las deposita en un cuerpo que se llamará Universida­d Nacional”. Y agregó, en alusión a su primera iniciativa: “Esto era en mí una fe, una devoción; era un principio, una convicción, un credo. Entonces tres objeciones se presentaro­n al autor de la iniciativa”. Una la pronunció alguno de los presentes que también lo era entonces: “¿Por qué se trata de resucitars­e, me decía, una cosa que está muerta y que ha muerto bien? La Universida­d era un cuerpo que había cesado de tener funciones adaptables a la marcha de la sociedad, por eso murió, por eso hizo bien el partido liberal en matarla y enterrarla. ¿Por qué resucitarl­a ahora?...”. “Yo entonces podía decir y digo ahora -apuntó Sierra-: la historia se compone de resurrecci­ones; nada ha muerto, todo resucita y todo vive cuando ha resucitado, si se apropia y sabe adaptarse a las nuevas necesidade­s…”.

La Iniciativa se aprobó y el 22 de septiembre de 1910, en el ahora llamado Anfiteatro “Simón Bolívar”, fue inaugurada la Universida­d Nacional de México. Autónoma desde 1929. Institució­n que a 110 años de distancia es paradigma educativo en el mundo.

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