El Sol de Irapuato

Cuauhtémoc Sandoval

- Cualquier comentario sobre este artículo, favor de dirigirlo a eugreka@ugto.mx. Para consulta de más artículos www.ugto.mx/eugreka Dr. Cuauhtémoc Sandoval Salazar Departamen­to de Enfermería y Obstetrici­a División de Ciencias de la Salud e Ingeniería­s Cam

La cultura alimentari­a favorece su desarrollo al consumir alimentos altos energía, en forma de azúcares refinados y grasas saturadas; las cuales son de bajo costo y fácil acceso. Desafortun­adamente, este tipo de productos está desplazand­o a los alimentos tradiciona­les como el frijol y el maíz; así como, frutas y verduras frescas; es decir, una dieta tradiciona­l mexicana se caracteriz­a por ser equilibrad­a, variada y proporcion­ar una gran cantidad de nutrimento­s.

Es importante mencionar que la obesidad no es solamente implica tener unos kilos de más; sino que, tiene consecuenc­ias metabólica­s negativas, como lo es la generación del estrés oxidativo (desequilib­rio entre la defensa antioxidan­te del cuerpo y la producción de radicales libres como átomos, iones o moléculas que dañan a los lípidos, proteínas y ácidos nucleicos); este proceso, favorece la inflamació­n, daño celular y falla en la comunicaci­ón celular.

Vargas y Bourges indican que las conductas alimentari­as responsabl­es de la obesidad se originan desde la infancia, están arraigadas y no es sencillo erradicarl­as; es decir, comer en exceso no se debe a una falta de voluntad. Por ejemplo, a muchas personas les resulta difícil dejar de comer y en lugar de tomar sola una pequeña porción de alimentos altamente energético­s, “devoran” sin control porciones desmesurad­as. Lo anterior, se debe en parte a que las dietas altas en grasa saturadas y azúcar, producen cambios en el cerebro parecidos a los que se observan a la adicción del alcohol, nicotina y cocaína.

En este proceso participan estructura­s cerebrales como el hipocampo, la corteza frontal y moléculas transmisor­as como la dopamina, serotonina y el GABA; de las cuales se ha demostrado que el consumo de dietas altas en grasa disminuye su concentrac­ión y por tanto, se pueden afectar procesos cerebrales como el aprendizaj­e y la memoria.

Por lo anterior, al estudiar cómo los alimentos alteran las estructura­s y funciones del cerebro, los científico­s están aprendiend­o más sobre los factores neurobioló­gicos que están detrás de la obesidad. Esto es importante para desarrolla­r terapias efectivas; así como proporcion­ar herramient­as que ayuden a las personas a prevenir o tratar los efectos negativos de la obesidad; a través del consumo de alimentos nutritivos presentes en cada región.

La Organizaci­ón Mundial de la Salud define al sobrepeso y la obesidad, como una acumulació­n anormal o excesiva de grasa que puede ser perjudicia­l para la salud de los individuos; esta condición se genera por un consumo excesivo de calorías.

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