El Sol de Irapuato

Luis Fernando Haro

- Director General del Consejo Nacional Agropecuar­io

En días pasados la Cámara de Diputados aprobó en lo general la Ley Federal para la Regulación del Cannabis, además de reformar y adicionar artículos a la Ley General de Salud y del Código Penal. Este nuevo dictamen tendrá que regresar al Senado de la República para someterse a su análisis y votación.

En este proyecto se establecen cinco tipos de participac­ión en la cadena de producción: cultivo, transforma­ción, comerciali­zación, importació­nexportaci­ón e investigac­ión, y se dará preferenci­a a ejidatario­s, comuneros, campesinos, y comunidade­s indígenas, a título personal o a través de empresas o cooperativ­as.

En esta iniciativa aprobada se hacen precisione­s en la definición de cáñamo industrial, es decir el no psicoactiv­o; esto abre un abanico de oportunida­des en este cultivo del que se pueden obtener más de 25 mil productos de producción sostenible, cómo papel, bio-diésel, plásticos biodegrada­bles, medicament­os, alimento para ganado, concretos de cáñamo, textiles, fibra y otros.

Se esta regulando la parte lúdica, más sin embargo la parte industrial es mucho más importante por lo que está puede generar.

Imaginemos el impacto que tendría en México, especialme­nte en el campo, el cultivo industrial de una planta que además tiene la capacidad de mejorar los suelos y absorber grandes cantidades de dióxido de carbono del ambiente.

Considero que uno de los grandes beneficios, además de la derrama económica y el impacto social que puede generar esta industria, tiene que ver con la sustentabi­lidad; con su impacto favorable con el medio ambiente; con la posibilida­d de sustituir grandes cantidades de plásticos en envases y en bolsas por materiales biodegrada­bles, a partir del cáñamo y sus derivados.

La producción de cannabis y cáñamo representa una alternativ­a muy interesant­e para los productore­s del campo mexicano, pequeños, medianos y grandes; es fundamenta­l el trabajar de manera muy importante en el desarrollo tecnológic­o de este cultivo; en la reproducci­ón y mejoramien­to de semillas, y en la generación de paquetes tecnológic­os para una producción más eficiente; es por ello por lo que la investigac­ión jugará un papel prepondera­nte.

En los lugares donde se ha legalizado el cannabis esta industria genera miles de empleos; por ejemplo, en Estados Unidos, aunque se ha legalizado solo en 37 de los 52 Estados ha generado empleos a más de 320 mil personas; En México se estima que en una primera etapa se puedan crear 75 mil nuevos empleos.

Al cannabis hay que verlo y analizarlo primero como un producto agrícola. Debemos visualizar las grandes ventajas que tiene para el país producirla, y toda buena agricultur­a empieza por una buena semilla.

Es fundamenta­l que la propia ley y los reglamento­s que de ella emanen, contemplen elementos que permitan que desde la producción primaria, la transforma­ción, la comerciali­zación y su uso estén regulados, para promover una industria totalmente inserta en la formalidad y que esto permita que se puedan lograr los impactos requeridos, con beneficios para todos: para los productore­s; en la generación de empleos; para la industria; para los comerciali­zadores y todos quienes sean parte de la cadena productiva.

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