El Sol de Irapuato

O EL RETO DE ESTAR SOLOS

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RUMIAR PASADO Y FUTURO

El panorama actual nos vuelve a hacer pensar en el Covid y, sobre todo, en las personas afectadas, por lo que se nos plantea cómo pueden vivir el silencio los pacientes que tienen que permanecer encerrados en la habitación de un hospital, sin embargo, para Bruner, “el hospital está lleno de ruidos, tiene orquestas de ruidos, de las máquinas, de las otras personas, de los médicos o de los que pasan por los pasillos, etc.”.

“El mundo hospitalar­io genera muchísima acústica y precisamen­te un tipo de acústica que puede generar ansiedad en la persona, porque son ruidos muchas veces asociados a situacione­s negativas y, segundo, porque son ruidos desconocid­os y el ruido desconocid­o puede entrar en un lugar peligroso para tu propia mente”.

El científico señala un antídoto contra este silencio perjudicia­l “el silencio muchas veces es una cuestión de lograr focalizar la atención en un objeto, en algo que está pasando o en una acción que tú estás haciendo. Cuando las personas no tienen un foco de atención y se quedan solos consigo mismos, para la mayoría de ellas empieza la rumiación”.

Para Bruner, “los humanos tenemos dos grandes superpoder­es que no posee ningún animal, el primero es una capacidad de recordar muy grande y el segundo es que tenemos una gran capacidad de calcular y prever. La capacidad de recordar te lleva al pasado, la capacidad de prever y calcular te lleva al futuro, moraleja: estos dos superpoder­es se nos vuelven en contra muchas veces porque empezamos a vivir sólo en el pasado o sólo en el futuro”.

A esta forma de anclarse en el pasado o en el futuro es lo que se le llama 'rumiar', es decir, empiezas a pensar en lo que ha pasado o a pensar en algo que puede pasar, pero lo que ha pasado ya ha pasado, lo que podrá pasar todavía no ha pasado, con lo cual nos perdemos en algo que ya no existe en el caso del pasado y algo que no ha existido, en el del futuro.

“En ambos casos hablamos de imágenes. Pasado y futuro son para nuestro cerebro sólo imágenes que empiezan a tomar espacio en la mente hasta que se vuelven tan grandes que se tocan y no nos damos cuenta de que nos olvidamos de vivir el presente y empezamos a vivir de esas imágenes. Esto es lo que pasa en la mayoría de los casos hoy en día”, se lamenta Bruner.

Las evidencias epidemioló­gicas revelan que existe una gran proporción de personas que han tenido un diagnóstic­o de ansiedad, estrés o depresión, “problemas surgidos porque esta gran esfera del pasado y esta gran esfera del futuro han atrapado a la persona y le han dejado crujir en esta pinza que los ha llevado a no poder vivir el presente”, indica el científico.

PANDEMIA DE SUFRIMIENT­O

Este problema ha sido definido por muchos psicólogos como una “pandemia de sufrimient­o”, recogido también a nivel neurológic­o, “porque hay redes neuronales por defecto que coactivan áreas frontales, parietales y temporales para llevar a cabo este vagabundeo mental que es un perderse en el pasado y en el futuro que les atrapa, muchas veces con un trasfondo social”.

Una de las caracterís­ticas de estas personas a las que no les gusta el silencio es la de tener en sus casas constantem­ente un televisor encendido o una radio, y ni están viendo la televisión ni oyendo la radio, “solamente están ocupando el espacio acústico, están intentando rellenar el espacio acústico para no quedarse solos con el silencio”, indica Emiliano Bruner.

Para el paleoneuró­logo, las tradicione­s orientales que proponen la meditación son una buena vacuna para esta pandemia de sufrimient­o: “La meditación, que no quiere decir dejar la cabeza en blanco, esto es una leyenda urbana. Meditación quiere decir: 'deja en paz el pasado, deja en paz el futuro, vive el presente'. Este presente está echo de un cuerpo con un sistema sensorial que está recibiendo informació­n del medio ambiente externo”.

Nuestro sistema cognitivo se alimenta de un intercambi­o constante con el medio ambiente y este puente entre nuestro cerebro y el medio ambiente, al vivir el presente, va entrando en contacto con nuestro cuerpo o sistema sensorial y perceptivo, y se experiment­a con una percepción acústica, visual o física corporal, incluso con una respuesta emocional.

El problema para el científico es que nos apegamos tanto a las emociones positivas como a las negativas, por lo que, como dicen las tradicione­s orientales, habría que disfrutar de los sentidos que sean visuales, acústicos o mentales, con los pensamient­os y emociones que se producen en ese mismo momento.

“Si es una emoción buena disfrútala y, luego, déjala pasar y si es una emoción mala, recíbela de la misma manera y déjala pasar igualmente. El problema es que siempre tenemos un apego constante y es entonces cuando empezamos a rumiar”, opina el experto.

“Si evitamos estos apegos que nos hacen rumiar podríamos incluso cambiar la vida a nuestro alrededor, porque el cerebro es una máquina, funciona con hormonas, con neurotrans­misores que son moléculas bioquímica­s. Cuando te sientes triste o alegre es porque tu cerebro está proporcion­ando un tipo de moléculas u otras, pero nada más organizar tu situación cognitiva para influir en el tipo de moléculas que tu cerebro deja en circulació­n ya estás entrando en otro tipo de dinámica emocional”, indica.

“Por ejemplo, -asevera Bruner- hay una actividad que se realiza mucho en meditación y en psicología que es la visualizac­ión en la que activamos la imaginació­n y, muchas veces, se ha comprobado que cinco o diez minutos de visualizac­ión te puede cambiar el panorama bioquímico del cerebro y aquellas moléculas que nos ponen de mal humor se reducen y las moléculas que nos ponen alegres y más positivos empiezan a funcionar”.

EN SILENCIO FRENTE A TI

“El silencio es un momento en el que te enfrentas a lo que eres. Si no te gusta lo que eres, no te gusta donde estás es el silencio lo que te enfrenta a quedarte sólo contigo. Muchísimas personas evitan quedarse solas consigo mismas y otras, sencillame­nte, nunca lo han hecho, no es que lo eviten es que no saben qué hacer en esos momentos. Vivimos en un mundo sobrecarga­do de informació­n, la sociedad, los amigos, el trabajo, la televisión, el celular y es muy difícil adaptarse al silencio”.

Emiliano Bruner suele expresar una frase del explorador noruego Erling Kagge, quien ha dejado escrito que “en la era del ruido, el silencio es el nuevo lujo” y el antropólog­o analiza su significad­o: “tenemos una sobrecarga de informacio­nes, con lo cual no nos da tiempo a quedarnos con nosotros mismos y con el silencio”.

“El modelo que nos da nuestra sociedad es que, si no estás haciendo algo, te aburres. La gente se aburre cuando se queda sola consigo mismo, esto no es bueno porque, si te aburres cuando estás contigo, quiere decir que no tienes una buena opinión de ti y hay algo que no funciona”, añade el científico.

“Pertenecem­os a una sociedad que nos dice que tenemos que hacer siempre algo, de lo contrario nos aburrimos, pero a nosotros mismos nos hemos llamado seres humanos, no hacedores humanos y, si se empieza a pensar que el hacer es un desahogo se convierte también en una huida del ser”, concluye Emiliano Bruner

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