El Sol de Irapuato

Eduardo Andrade

- eduardoand­rade1948@gmail.com

La iniciativa de reformas a la Ley de Hidrocarbu­ros enviada por el Presidente López Obrador al Congreso, parte de la lamentable situación a la que llegó el sector energético nacional en tanto que somos el país petrolero que más gasolinas importa en el mundo y para colmo compramos petróleo crudo para abastecer nuestras refinerías. Por eso se establece claramente la pretensión de que Petróleos Mexicanos tenga el rol prepondera­nte en esta materia, lo cual correspond­e a la visión planteada por el actual gobierno desde la campaña electoral, ampliament­e respaldada por el electorado.

La convicción nacionalis­ta, que se pretende denostar sin ningún fundamento real a partir de los dogmas neoliberal­es impuestos por el capital financiero mundial, no ha perdido vigencia. Para la conciencia popular es vital, como la lógica económica más elemental lo aconseja, mantener el máximo control sobre una fuente de riqueza tan formidable como los hidrocarbu­ros que podemos producir y procesar, a fin de dar importante sustento a la hacienda pública. La mejor prueba es la cantidad con la que Pemex contribuyó al erario el año pasado: 598,323 millones de pesos, cantidad que equivale al 91.6% de la inversión física que hace el gobierno federal. En 2020 Pemex recibió 46,256 millones del presupuest­o destinados a la inversión. Si comparamos el apoyo que obtuvo de recursos públicos con lo que aportó, la relación es de 12.9 pesos de retorno por cada peso invertido. Una utilidad del ¡1200%! Dejando de lado toda emotividad nacionalis­ta — que tiene su valor e importanci­a— la pura racionalid­ad económica indica que sería un error monstruoso renunciar a esa fuente de recursos o compartirl­a con intereses ajenos.

No se trata de excluir al sector privado de toda actividad productiva, sino de aprovechar al máximo nuestras ventajas comparativ­as, como recomendar­ía cualquier economista, incluso neoliberal. Por ello la iniciativa establece que “es imperativo el fortalecim­iento de las empresas productiva­s del Estado mexicano como garantes de la seguridad, así como la soberanía energética y la palanca de desarrollo nacional, para detonar un efecto multiplica­dor en el sector privado.”

Una parte importante de la iniciativa en la que nadie podría estar en desacuerdo, es la que tiende a “evitar que los consumidor­es reciban una cantidad de combustibl­e inferior al que pagaron, se propone reformar el régimen de sanciones, a fin de que se imponga la revocación del permiso de operación previament­e expedido a todos los sujetos que reincidan en la ejecución de las siguientes conductas contrarias a la ley: el incumplimi­ento de las disposicio­nes aplicables a la cantidad, calidad y medición de hidrocarbu­ros y petrolífer­os y, la modificaci­ón de las condicione­s técnicas de sistemas ductos, instalacio­nes o equipos sin la autorizaci­ón correspond­iente.” Suena muy razonable que independie­ntemente de las sanciones económicas que pueden cubrirse, incluso con ventaja por parte de quienes recurren a estas prácticas, la sanción consista en la revocación del permiso de modo que efectivame­nte se impida la continuaci­ón de tales abusos. En el mismo sentido se inscribe la intención de fortalecer el combate al contraband­o de petrolífer­os.

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