El Sol de Irapuato

Piedras rodantes

- OPINIÓN GERARDO GIL BALLESTERO­S Twitter: @lamoviola

Hollywood encuentra sus paradigmas. En medio de una lenta, todavía incierta recuperaci­ón de la industria a nivel mundial algunos de los vaticinios se empiezan a cumplir. El blockbuste­r en crisis sede el paso a un cine intimista, más personal, humano y por lo tanto verídico. Nomadland (Chloé Zhao, 2021), favorita en la próxima entrega del premio Oscar, es la épica humanista más sensible de los últimos años. La crónica de los desposeído­s del sistema frío y calculador que olvida los íntimos dramas cotidianos en aras de una producción como meta de vida.

Nomadland, una road movie de la redención y la dignidad, relata con una poesía visual conmovedor­a, que cimbra la piel y que le entrega a la mirada la belleza discreta y a la vez deslumbran­te de lo cotidiano, una historia de fuerza redención y un agridulce amor a la vida. La fotografía de Joshua James Richards es parte fundamenta­l del relato, lo hace con sencillez, sin estridenci­a. Con discreción y elegancia.

Hollywood encuentra sus paradigmas, ya que en la industria líder del sistema de estrellas y las superprodu­cciones, el filme irrumpe en una entrega del Oscar atípica con seis nominacion­es y un producto fuera de la norma por sencillo y humano. Algunas de las ternas en las que compite son: Película, dirección, actriz (Frances Mcdormand), fotografía, guion adaptado, edición y utiliza a varios de los llamados actores naturales.

¿Se convertirá esto en una tendencia en la Meca del cine? ¿Cómo resultado de los tiempos actuales y la creativida­d que surge luego de una crisis, veremos un cine de mayor humanidad con menos lagartos y orangutane­s histéricos? Es probable. Y eso no sería extraño.

El filme, está basado en la novela de Jessica Bruder, con una adaptación de Chloé Zhao, nacida en Pekín, pero radicada desde hace años en Reino Unido y Estados Unidos, cuenta la historia de Fern (la Mcdormand, discreta y genial al mismo tiempo), viuda y con un trabajo que apenas le alcanza para medio vivir, luego de la crisis económica de 2008, quien es empacadora de Amazon, en un claro ejemplo de fordismo. Sin mayor esperanza que pasar sus días en medio de un dolor y soledad que se han convertido en costumbre un día decide comprar una casa rodante y viajar por el oeste de Estados Unidos.

Se une a un grupo de viajeros, todos desposeído­s, cargados de historias y tristezas, pero de profunda humanidad. A pesar de ellos, los personajes resultan luminosos, desde la mujer que gruñe cuando la molestan en su casa rodante, pero acaba siendo solidaria, hasta el ordinario galán otoñal David (Strathairn, él sí actor profesiona­l) que se quiere ligar a Fern, pero es torpe, invasivo y lo que le sigue.

La película, fluye en un ritmo pausado, pero en cada momento nos adentramos en el alma de los personajes. Si Easy rider (Denis Hopper, 1969) es el epílogo de la utopía sesentera, Nomadland, lo es de una era que después de una cris mundial debe virar hacia terrenos más sencillos, humanos.

En suma, la película que seguro será la triunfador­a la noche del 25 de abril, es la crónica de la dulce, dolorosa, dignidad de la melancolía.

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