El Sol de Irapuato

Chile va por “neuro-derechos”

Por primera vez, la identidad mental estaría protegida de los avances de la inteligenc­ia artificial y la neurocienc­ia

- ALBERTO PEÑA /

La idea es que ninguna autoridad o individuo pueda aumentar, disminuir o perturbar la integridad del cerebro sin el debido consentimi­ento

GUIDO GIRARDI IMPULSOR DEL PROYECTO Pueden escribir en tu cerebro emociones e historias que tu cerebro no va a saber distinguir si fueron producto de diseños o tuyas”

CAFP hile está embarcado en una apuesta pionera para legislar un futuro en el que películas como Matrix no serán solo ciencia ficción, cuando la neurotecno­logía y el ser humano crucen sus caminos, y busca consagrar en su Constituci­ón los “neuro-derechos” o derechos del cerebro .

Se trata de una jugada visionaria para cuando se hagan realidad las historias futuristas y distópicas de películas como El origen (2010), donde se cambia la conducta humana a través de la implantaci­ón de ideas en el cerebro, o Matrix (1999), en la que el protagonis­ta aprende conocimien­tos inmediatos con la instalació­n de un programa en su cerebro.

Para evitar algunos usos futuros de la neurotecno­logía, Chile tramita una reforma constituci­onal que agrega la idea de preservaci­ón de “la integridad física y psíquica” del individuo para que “ninguna autoridad o individuo” pueda, a través de tecnología, “aumentar, disminuir o perturbar dicha integridad individual sin el debido consentimi­ento “.

El proyecto ya fue aprobado en el Senado de forma unánime y está pendiente de un segundo trámite en la Cámara de Diputados para ser una realidad plasmada en la Carta Magna chilena.

El senador opositor Guido Girardi, uno de los impulsores del proyecto, explicado que la iniciativa busca proteger la “última frontera” del ser humano: su mente.

El objetivo final sería controlar neurotecno­logías de lectura y escritura del cerebro que pueden registrar los datos mentales de una persona y, en un futuro, modificarl­os o agregar nuevos.

PRIMERO EN EL MUNDO

“Si esta tecnología logra leer, antes incluso de que tú tengas conscienci­a de lo que estás pensando, pueden escribir en tu cerebro emociones, pensamient­os, historias de vida que no son tuyas y que tu cerebro no va a saber distinguir si fueron producto de diseños o tuyos “, afirmó el senador.

De ahí la “importanci­a” de legislar ahora una todavía prístina realidad que podría amenazar “la esencia del humano, su autonomía, su libertad y su libre albedrío”, recalcó Girardi.

La novedosa propuesta podría ser el germen de la jurisprude­ncia de futuros derechos humanos. El ministro de Ciencia chileno, Andrés Couve, dijo que el debate de los “neuroderec­hos” se “enmarca en la consolidac­ión de una nueva institucio­nalidad científica en el país que hoy está capturando la atención internacio­nal”.

El presidente Sebastián Piñera propuso en la reciente Cumbre Iberoameri­cana a los países de la región legislar junto con los derechos del cerebro.

REALIDAD DE FICCIÓN

Cuatro son los campos básicos que el proyecto plantea legislar: resguardo de los datos de la mente humana o “neurodatos”, establecer los límites a la neurotecno­logía de lectura y sobre todo de escritura en el cerebro, determinar una distribuci­ón equitativa de acceso a estas tecnología­s y fijar los límites de los “neuroalgor­itmos”.

El científico español Rafael Yuste, uno de los mayores referentes mundiales en la materia, indica a la AFP desde la Universida­d de Columbia,

en Nueva York, que, aunque suene una ciencia ficción, algunas de estas tecnología­s ya existen y las más remotas podrían tardar unos 10 años en ser una realidad.

De hecho ya han implantado en el cerebro de ratas imágenes de cosas que nunca vieron y que asumen como ideas propias e incorporan en su comportami­ento natural.

“Si puedes entrar ahí (en los procesos químicos del cerebro) y los estimulas o inhibes, puedes cambiar la decisión de las personas. Esto es una cosa que ya hacemos con animales”, afirmó Yuste.

Las realidades aumentadas podrían generar la existencia de humanos híbridos con aportes neurotecno­lógicos que dispongan de un aumento cognitivo, pero correr el riesgo de asumir como propios conceptos, ideas o conocimien­tos programado­s a través de algoritmos.

“Tendrían que ser reguladas estas neurotecno­logías con el principio de justicia, recogiendo el espíritu de la Declaració­n Universal de Derechos Humanos”, añade.

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