El renacimiento de la fatalidad
André Malraux, político y novelista francés (1901-1976) decía que “el siglo 20, frente al anterior, parece un renacimiento de la fatalidad”. Es tan interesante este aserto y es tan desquiciante la actual historia del mundo que bien se podría aplicar al siglo 21, nuestra época, nuestra vida. Dicen los diccionarios que la fatalidad es la desgracia, la infelicidad, la calamidad, la tragedia, rematadamente mal.
que afecta a un determinado grupo humano en un ámbito temporal concreto, una endemia es una enfermedad que se asienta de forma permanente en un grupo humano determinado, mientras que una pandemia es una epidemia que afecta a un área mucho mayor, como un continente o incluso el planeta entero.
La pandemia más mortífera hasta hoy fue la viruela, que provocó unos 300 millones de fallecimientos, dejó secuelas en los enfermos y fue erradicada hace 40 años. La segunda fue el sarampión, que provocó hasta hoy 200 millones de muertos en el mundo, según cifras de la OMS, cuyo contagio, al igual que el ébola, se previene con vacunación. La tercera, la peste bubónica, estuvo activa hasta 1959 y provocó la muerte de más de 12 millones de personas, mientras el tifus dejó más de 4 millones de fallecidos, pero no supone un peligro en el mundo moderno.
Esta fatalidad está aquí también, en México, heredada, por lo menos, de los últimos cinco sexenios. Hoy todo se ha vuelto rumor malintencionado, verdades a medias en un juego esquizofrénico en el que se libra la batalla de todos contra todos, y no aparecen por ningún lado la cordura, la definición, el respiro necesario para que los mexicanos podamos retomar el rumbo correcto: el de la dignidad, el de la verdad, el de la esperanza, el de la ley y la justicia social.