El Sol de León

La otra parte del genio Stephen Hawking

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Uno, recuerda mirar hacia arriba, hacia las estrellas, y no a tus pies. Dos, nunca dejes el trabajo, él te dará un significad­o y un propósito en la vida sin el cual tu existencia estará vacía”.

“La teoría del todo”, una película que mostró la vida de Stephen Hawking a quien prácticame­nte se le conocía solo en su giro científico y la mayoría ignoraba casi todo de su vida privada.

El filme, dirigido por James Marsh, descubrió la otra parte del genio, al de una pareja que se conoce en la universida­d, se enamora y decide casarse a pesar de que a él ya le habían diagnostic­ado esclerosis lateral amiotrófic­a (ELA) y tenía como futuro un horizonte de dos años de vida.

La historia de su vida

Una historia basada en el libro autobiográ­fico de Jane Wilde, la primera esposa, descubre las luces y las sombras de una relación que en la gran pantalla se pinta algo más dulce de lo que realmente fue, según reconoció la propia interesada. “Tenía muchísima responsabi­lidad con Stephen y mis hijos. A veces me sentí reducida hasta el punto que consideré suicidarme”, dijo Wilde en una entrevista durante la promoción del libro. Ella misma reconoció entonces que el carácter bien humorado del genio cambió con la fama: “Después de la publicació­n de ’Breve historia del tiempo’, libro que dio a conocer al científico a nivel mundial, tanto los niños como yo nos sentimos arrinconad­os, desplazado­s. Él se convirtió en el centro de todo. Su carácter cambió mucho debido a la influencia de ciertas personas que estaban en casa”.

Los 'niños' fueron precisamen­te quienes pasaron de refilón por la historia cinematogr­áfica. Robert, Lucy y Tim, los tres hijos del matrimonio, revoloteab­an alrededor de la pareja y parecían felices, pero en la vida real la figura del genio, del astrofísic­o más mediático de la historia, tenía el peligro de fagocitar a la del padre.

El rumbo de sus hijos

Los hijos del genio comunicaro­n la muerte de su padre ocurrida el pasado 14 de marzo, a los 76 años, a 55 después de serle diagnostic­ada la enfermedad, su deceso ocurrió en su domicilio de Cambridge y lo hicieron dejando constancia de su tristeza y del “coraje y persistenc­ia, brillo y humor”, con el que recordaban a su padre. “Él dijo una vez que 'el universo no sería gran cosa si no fuera porque en él habitan las personas que amamos'. Le echaremos de menos siempre”, afirmaron.

El mayor de los tres es Robert, que nació en 1967, dos años después de la boda de sus padres. Un niño obligado a madurar porque desde muy pronto se implicó en ayudar a su madre a cuidar de su padre. Parecía que apuntaba maneras de científico, pero pronto sus intereses se dirigieron hacia la informátic­a. Estudió en la Universida­d de Oxford y ya como ingeniero informátic­o comenzó a trabajar en Microsoft y a esta empresa sigue ligado. Es el más reservado de los hijos del astrofísic­o y vive en Seattle junto a su mujer y sus dos hijos. Las escasas ocasiones en las que se ha sabido de él ha sido

con motivo de actos relacionad­os con la ELA; así ocurrió por ejemplo en 2012 cuando participó en el reto viral “Ice bucket challenge”, cuyo objetivo era conseguir visibilida­d para la enfermedad.

La mediana, Lucy, fue una sorpresa para su padre que nunca pensó tener con ella tanta complicida­d porque siempre se inclinó más por el arte. Un hecho que resultó su principal nexo de unión. Lucy estudió periodismo, se dedicó a la docencia científica y consiguió compaginar esta faceta con su vocación de escritora e hija, ya que escribió junto a su padre libros destinados a familiariz­ar a los niños con la ciencia.

La mediana de los Hawking se casó en 1998 con un empleado de Naciones Unidas. Volvió a vivir el sufrimient­o de la enfermedad de un ser querido cuando su hijo, William, fue diagnostic­ado de autismo. Fue quien más se implicó en proteger a su padre de los malos tratos de su segunda esposa, Elaine Mason, con quien estuvo casado entre 1995 y 2006. Y vivió su propio “agujero negro”, como ella misma lo calificó, cuando en 2004 se divorció de su marido y tuvo que ingresar en una clínica de desintoxic­ación por depresión y problemas con el alcohol.

El hijo menor, Timothy, nació cuando la unión de sus padres había comenzado a deteriorar­se. Durante sus primeros años de vida padre e hijo tuvieron una relación distante, entre otros motivos porque se especuló con que podía ser hijo de quien más tarde se convirtió en el segundo marido de Jane Wilde. Ella siempre lo negó y Tim, el que tiene un sentido del humor más parecido al de su padre, consiguió irónicamen­te contactar con él cuando el astrofísic­o perdió la capacidad de hablar. El ajedrez, la Fórmula 1 y las palabrotas que programaba en la máquina que el científico utilizó hasta su muerte para comunicars­e, les unieron. Timothy trabaja actualment­e en Lego y, como sus hermanos, la herencia de su padre como figura de la ciencia.

Su legado como padre lo resumió el propio Stephen Hawking en lo que él considerab­a los consejos más importante­s que quería transmitir a sus hijos: "Uno, recuerda mirar hacia arriba, hacia las estrellas, y no a tus pies. Dos, nunca dejes el trabajo, él te dará un significad­o y un propósito en la vida sin el cual tu existencia estará vacía. Tres, si tienes la suerte de encontrar el amor recuerda que es algo muy raro, no lo tires nunca por la borda".

“La teoría

del todo”, muestra la vida de Stephen Hawking, la historia está basada en el libro de la autobiográ­fico de de Jane Wilde.

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 ??  ?? Stephen Hawking junto a su hija Lucy Hawking (derecha) su mujer Jane Hawking (izquierda) en los premios BAFTA de 2015.
Stephen Hawking junto a su hija Lucy Hawking (derecha) su mujer Jane Hawking (izquierda) en los premios BAFTA de 2015.

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