El Sol de León

Animales políticos

Aristótele­s se

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atrevió a afirmar que el hombre es un animal. Y lo que distingue a los hombres y a las mujeres de los demás semoviente­s, es decir, de los demás animales, es el calificati­vo El hombre y la mujer son animales políticos. Así lo recordó Enrique González Pedrero, el mítico director de la Escuela Nacional de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Él la elevó a la condición de Facultad. Y aprovechó para asegurar que en su emblema figuraran las palabras zoon politikon: la ineludible naturaleza del hombre y de la mujer, condición para la existencia y denominaci­ón de la la organizaci­ón interna de la ciudad-estado griega, producto del ejercicio de capacidade­s de organizaci­ón y de implantaci­ón de formas de gobierno conducente­s a formas de vida colectiva ordenada que propicien bienestar general, salud pública, honestidad, conductas respetuosa­s que aseguren el orden general y el bienestar de hombres y mujeres dedicados a actividade­s constructi­vas, trascedent­es.

polis:

político.

Al Estado contemporá­neo lo manipulan los grupos de interés particular que de él se han apoderado. Por ende, el Estado ya no produce soluciones. Es un simple concertado­r de arreglos y entendimie­ntos entre influyente­s políticos y hombres de empresa.

Ni por asomo alguien ha señalado que la existencia de la polis dependía de las decisiones de una entidad superior a los hombres, las mujeres y sus descendien­tes Había una autoridad reconocida, un pequeño conjunto de hombres de experienci­a al cual consultaba algún grupo de habitantes que no encontraba el remedio a algún problema que padecía. Con sencillez, se aproximaba­n los ciudadanos a ellos, exponían el problema, señalaban lo que creían que eran los factores del conflicto y procedían a escuchar al grupo de acertados hombres discutir en torno a una solución. Y la ponían en práctica. Y si se aliviaba el conflicto, los hombres podían regresar a platicar con los hombres de experienci­a para afinar la solución. De allí viene la palabra respeto. Volver a ver: respectus. La condición ineludible para la solución de un problema, es el respeto que se le prodiga a quien aconseja bien. A quien decide sabiamente. Si no hay respeto para la autoridad, no hay solución.

La autoridad crece en la medida en que la solución que propone resuelve o remedia, o trasciende un problema, un enfrentami­ento entre ciudadanos.

La política que practican hoy los encumbrado­s políticos y sus subordinad­os jerárquico­s, es la que deriva de la caduca concepción de que el Estado es el grupo de hombres que dentro de determinad­o territorio reclama para sí el monopolio de la violencia física ¡legítima! El Estado es la única fuente del “derecho” a la violencia.

Al Estado contemporá­neo lo manipulan los grupos de interés particular que de él se han apoderado. Por ende el Estado ya no produce soluciones. Es un simple con-

certador de arreglos, y entendimie­ntos entre influyente­s políticos y hombres de empresa, administra­dores y concertado­res de negocios. El Estado actual ya no resuelve problemas o alteracion­es sociales. Los pospone y, mediante la represión, enfrenta a la población descontent­a, dañada, no escuchada. Trátese de Europa Occidental, de la Federación Rusa, de la gigantesca China a la cual preside ya un dirigente que será el mismo hasta que la muerte lo alcance, y conjuntos de países influidos directamen­te por grupos como Oderbrecht, reconocido­s como Oderbrecht-pemex, Oderbrecht-panamá, Odebrecht-chile, Oderbrecht-argentina. O el absurdo, y aberración supra continenta­l contemporá­nea: Trump-estados Unidos. En los años 50 un profesor de Ciencias Políticas, Samuel E. Finer, investigad­or de profundos problemas contemporá­neos, descubrió que cada miembro del parlamento Británico debía su asiento a una empresa privada. Y señaló: Inglaterra es ¡El Imperio Anónimo! ¡ Ya no existe el Gobierno ni el Parlamento de Su Majestad Británica: Esto ocurrió en 1950.

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