¿Nace un nuevo terrorismo?
PARÍS, Francia. El terrorismo endógeno es la amenaza “más grave y constante” que enfrenta Francia en este momento. Ese diagnóstico -que fue enunciado por el presidente Emmanuel Macron y repetido por su ministro del Interior, Gérard Collomb, y el procurador de la fiscalía de París, François Molins- muestra la profunda convicción del Gobierno sobre los cambios que ha registrado el yihadismo.
Los ataques organizados y cometidos por militantes radicalizados en el interior de Francia parecen haber reemplazado a los atentados islamistas “que conocimos hace unos años, preparados y dirigidos desde la zona irako-siria”. Macron fue incluso mucho más preciso en su explicación al decir que “esa amenaza endógena proviene de individuos que actúan solos, juran fidelidad a grupos terroristas y con frecuencia tienen diversas patologías siquiátricas”. Ese perfil corresponde a personajes que son seguidos por los servicios antiterroristas, pero resulta muy difícil calibrar su nivel de radicalización. Con más razón es casi imposible detectar en qué momento actúan.
A ese ejército anónimo e invisible -que representa una “amenaza constante”, como dice Macron- se agregan los 300 a 350 militantes que regresaron clandestinamente a Francia después de haber com- batido en Siria e Irak. Ese contingente, con experiencia en el combate y entrenado en el manejo de explosivos, representa -literalmente- una bomba de tiempo que puede explotar en cualquier momento.
Los actores de esta nueva y peligrosa forma de terrorismo “doméstico” también se asemejan a los “lobos solitarios” en la elección de sus objetivos: 67% de las personas escogidas como objetivo militar pertenecen a las fuerzas del orden.