Empatía vial y social: el gran reto que empieza en casa
Con el paso de los años que empujan al cambio generacional, los métodos de “sobrevivencia” urbana y las relaciones interpersonales se han visto modificadas en gran cantidad. Anteriormente y sin juzgar si estaba bien o mal, se profesaba el respeto como principal valor del humano y la interacción entre ellos.
El respeto, que no se limita a la mención de otros individuos bajo un lineamiento de palabras, sino que tambien se refiere a mantener una activa relación con el entorno permitiendo que exista la diversidad y tolerando las carencias de habilidades o recursos. Hablar con respeto no significa eliminar las groserías o los adjetivos de mal gusto a nuestras conversaciones, también el hecho de mantener nuestros juicios sobre otras personas de las que no conocemos razones.
La empatía, desde mi punto de vista, es una herramienta que permite entender la razón de ser o suceder de las cosas. Por ejemplo, tener empatía con el medio ambiente es entender que, al utilizar más agua de la necesaria estaremos obligando a exprimir los mantos acuíferos permitiendo que el medio ambiente sea modificado y, por tanto, obligar a un cambio de entorno natural que elimine a la flora y la fauna del ecosistema dañado.
La acción que tomamos para eliminar los consumos excesivos de recursos naturales, es una muestra del respeto que tenemos por los prójimos, por la naturaleza y el entorno natural del lugar en que vivimos.
Ciertamente la experiencia con otros conductores de vehículos durante nuestro trayecto a casa, al trabajo o a la escuela, nos ha enseñado que la mayor parte de las personas que viajan a velocidades altas, que se agregan haciendo doble fila o que se estacionan en lugares prohibidos, no lo hacen como reacción a una emergencia o ante una necesidad efímera por hacerlo; pareciera que les causa un tremendo gusto o placer por hacerlo y una vez lograda su pillería, viajar con toda la tranquilidad con rumbo a su destino.
Este tipo de eventos nos enseñan a conducir de forma violenta, a la defensiva y bajo niveles de estrés innecesarios para una persona que conduce un vehículo motorizado con otros acompañantes. La empatía en este caso particular suele aparecer únicamente cuando no tenemos otra opción, pero la falta de respeto por el tiempo de los demás, por la ley o por las prioridades en común, obliga a que desde niños nuestros hijos nos escuchen gritando cosas a otros conductores y maldiciendo las condiciones de las calles y avenidas.
Este tipo de eventos nos enseñan a conducir de forma violenta, a la defensiva y bajo niveles de estrés innecesarios para una persona que conduce un vehículo motorizado con otros acompañantes. La empatía en este caso particular suele aparecer únicamente cuando no tenemos otra opción, pero la falta de respeto por el tiempo de los demás, por la ley o por las prioridades en común, obliga a que desde niños nuestros hijos nos escuchen gritando cosas a otros conductores y maldiciendo las condiciones de las calles y avenidas.
Hoy que se ha inaugurado la remodelación de una parte del malecón del rio de los Gómez, me obliga al análisis de la verdadera ingeniería aplicada en la interacción vial a lo largo de la ciudad. Y se me vienen a la memoria varias ubicaciones donde, sin importar si eestá bien o mal, no se ha aplicado la empatía para proteger al conductor de evidentes agresiones viales por otros conductores que buscan recortar su tiempo de trayecto.
El primero es la reducción de carriles en el malecón del río dirección sur-norte antes de pasar por debajo del puente de López Mateos. ¿Qué sucedió ahí para que se convirtiera en un cuello de botella?, aunque es evidente que se estrecha el camino, seguro estoy de que existen otras alternativas para agilizar la vialidad y eliminar, en lo posible, la cantidad de vehículos que brincan la fila de automóviles para tener un acceso más cercano a la reducción de carriles.
Es aquí donde la empatía se pierde y el respeto por el tiempo de los demás no existe.
Las incorporaciones al Blvd. Aeropuerto, ya sea en retornos o del retorno de la herradura, hemos sido testigos de una enorme cantidad de accidentes provocados por incorporaciones mal planeadas y por la falta de empatía y respeto de los conductores. Podemos seguir con muchos otros casos similares en los que a ustedes les pido, les ruego, por respeto a los demás, sean empáticos con el resto de los ciudadanos, de los conductores y evitemos que esto que evidentemente no podremos solucionar por la vía de los gobernantes, al menos hagamos la diferencia desde los hogares.