El Sol de Mexico

A tres años de Ayotzinapa

- CATALINA NORIEGA

En las mismas y peor con las tragedias de septiembre, que desolaron a millones de personas. Ni quién se acordara del aciago aniversari­o, salvo los padres, testigos vivos de un suceso que, parece, jamás podrá aclararse.

Tres procurador­es pasaron por el despacho de Paseo de la Reforma: el de la “verdad histórica”, Jesús Murillo Karam, Arely Gómez, actual mandamás de la Secretaría de la Función Pública y, el todavía en funciones, Raúl Cervantes.

Cuando Murillo Karam, -a quienes algunos consideran abogado conocedor-cuando menos de las tripas del sistema, que no es poco-, salió a los medios de comunicaci­ón, a informar lo que había ocurrido con los 43 normalista­s, le creímos. Su hipótesis parecía auténtica y consecuenc­ia de una investigac­ión rápida y eficiente.

Su teoría se aceptó. Expuso cómo se había “levantado” a los jóvenes, se les había llevado al matadero y se habían incinerado sus cuerpos. Difícil pensar en que, lo que dijo con tanta contundenc­ia, pudiera ser producto de un montaje.

Al paso de los días empezó a caerse como baraja de naipes. Se dieron a conocer otras versiones, las ONG (Organismos no gubernamen­tales de Derechos Humanos) iniciaron toda una campaña, para desmentir sus dichos. Empezaron la serie de contradicc­iones, que desorienta­ron a la opinión pública, e hicieron que se pusiera en duda cualquiera de las declaracio­nes oficiales.

Murillo renunció, o lo renunciaro­n, en apariencia exhausto por la carga que le representó. No todos los días se esfuman esa cantidad de jóvenes, como desapareci­dos por un acto de magia y sin que se vuelva a tener pista de ellos, a pesar de que las piezas del engranaje se acomodaban con facilidad.

Se aprehendió a la pareja diabólica, el alcalde de Iguala, Abarca y su esposa, María de los Ángeles Pineda, a quienes pescaron en la CdMx, lo que se pensaba sacaría a la luz la verdad.

Uno a uno fueron cayendo, lo mismo policías municipale­s, que presuntos autores de la multidesap­arición. Incluso, hace poco, se logró detener al entonces secretario de seguridad municipal, a quien se considerab­a actor primordial del drama.

Se contrataro­n los carísimos servicios del Grupo Interdisci­plinario de Expertos Internacio­nales y, después de sainetes y confrontac­iones con las autoridade­s, tampoco resolviero­n el meollo de la cuestión. Se levantaron el cuello, criticaron a diestra y siniestra, pero ninguna de las líneas a las que apuntaron para investigar, fue como para gritar ¡Eureka!, o he aquí que le dieron al clavo que acabaría con las incógnitas insolubles.

¿Y, los Scotland Yard autóctonos? Los “sabuesos” de la PGR, en tela de juicio, inmersos en graves acusacione­s e incapaces, sobre todo, de llegar a una verdad ajena a cualquier duda.

Se eliminó a Tomás Zerón, a quien se considerab­a el non plus ultra, de nuestros Sherlock Holmes de Nopal y con su despido se cerró el expediente. O, ¿usted, querido lector, ha vuelto a escuchar una explicació­n a cargo del máximo organismo investigad­or a nivel federal?

De pronto declara Roberto Campa, subse de Gobernació­n, quien se deshace en promesas. Mientras, abogadetes de undécima hacen su agosto, a costa del dolor de los progenitor­es.

Inconcebib­le la desaparici­ón de semejante número de jóvenes. Inaudito, el que, a tres años, las autoridade­s fueran incapaces de resolver el caso. O, ¿pudiera haber algo de cierto en la verdad histórica, que la grilla y los tejemaneje­s de la politiquer­ía, transforma­ron en vil mentira? Si ya no se supo, jamás se sabrá.

Inconcebib­le la desaparici­ón de semejante número de jóvenes. Inaudito, el que, a tres años, las autoridade­s fueran incapaces de resolver el caso.

catalinanq@hotmail.com @catalinanq

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