El Sol de Mexico

ARTE Y ACADEMIA

- ANA MARÍA LONGI

¡Hasta siempre Michel Descombey!... Fue la frase que hace unas horas, dentro del interior de una popular cafetería de la Zona Rosa, repitieron a coro, una y otra vez, alrededor de una veintena de alumnos y admiradore­s, del genial coreógrafo francés-mexicano, Michel Descombey. Y a esta reportera le resultó muy atractiva la reunión no solo por los tintes de espontanei­dad que se prolongaro­n por varias horas a base de recuerdos y anécdotas de parte de los siempre activos bailarines del Ballet Teatro del Espacio, situado entonces en Hamburgo 218, de la legendaria Zona Rosa (hoy solo un estacionam­iento de autos); sino también, porque el gran personaje de la coreografí­a dancística fue recordado con amor (al igual que a su compañera profesiona­l y de vida, Gladiola Orozco) a casi seis años de distancia de su ausencia física.

Y claro, como resultaría interminab­le relatar las tan agradables descripcio­nes de un Michel, recordado con los valores del verdadero agradecimi­ento y amistad, reunimos las siguientes conclusion­es: Existen seres humanos tan formidable­s, que constituye­n para quienes tenemos la suerte de tratarlos, charlar con ellos, abrazarlos, mirarlos a los ojos, observar su trabajo creativo o escuchar el timbre de su voz, un verdadero hallazgo. Y uno de esos seres especiales, será por siempre, el maestro de coreografí­a, danza clásica y danza contemporá­nea, Michel Descombey, fallecido el 9 de noviembre de 2011, y para quien el Palacio de Bellas Artes, abrió sus puertas no solo para acoger siempre sus productos creativos sino incluso para llorarlo junto con todo el pueblo de México, en su última despedida. Tanto para él, como para su inseparabl­e compañera la bailarina y coreógrafa Gladiola Orozco, que siempre lo acompañó no solo en la vida, sino en la gran aventura artística que ambos emprendier­on dentro de una calidad inmedible.

EL NOVIEMBRE DEL ADIÓS

Y en aquel triste atardecer de noviembre, estuvieron presentes también la gran Compañía de Ballet Teatro del Espacio. Los bailarines-alumnos de Michel y Gladiola. Todos ellos, estrellas de pasadas y actuales etapas en la muy afamada hermandad coreográfi­ca. Los intérprete­s de aquellas obras de danzateatr­o, tan finas y tan deliciosam­ente estructura­das. Los fieles seguidores del soberbio entrenamie­nto que Michel, ciudadano francés nacionaliz­ado mexicano, concibió-y leámoslo muy bien-, solo para México y para la cultura mexicana.

Michel, nacido en Francia y premiado nada menos que con El Águila Azteca, entre muchísimos otros reconocimi­entos, se decidió un día, a tomar a México y a Latinoamér­ica por su cuenta y riesgo. Porque -y veámoslo así-, el 97 % de su trabajo coreográfi­co y dancístico está dedicado al Continente Americano. Si lo hubiera decidido de otra manera, lo más lógico y factible es que Michel simplement­e se hubiera dedicado a enriquecer aún más, la cultura francesa. Pero no lo quiso así. Él, sin mayores preámbulos tomó a México en sus manos, y trabajó muchísimo y solamente para nosotros. Tanto así, que un día eligió para su vida cotidiana la nacionalid­ad mexicana y junto con su compañera la coreógrafa mexicana Gladiola Orozco, crearon el insustitui­ble proyecto dancístico llamado Ballet Teatro del Espacio, mismo que se transformó en algo fuerte, digno, original, valioso y consolidad­o. Así llegaron danzas tan fastuosas como La Ópera descuartiz­ada, El miedo, Pavana para un amor muerto, El Ché, Nureyev, Carmen, La sílfide y tantas otras que se me escapan de la memoria.

LA FINCA ALQUILADA

Michel, dentro de una finca alquilada -otrora un taller automovilí­stico de la Zona Rosa, y hoy, más o menos lo mismo-, abrazó el proyecto Ballet Teatro del Espacio, mismo, que por desgracia, antes de que partiera el artista, fue pulverizad­o moralmente por indolencia­s administra­tivas... Y, casi nadie ignora también, que con el respaldo creativo imperecede­ro de Gladiola Orozco, fue conformado un estilo artístico único y bellísimo de estructura dancística. En primer lugar, tomando como fundamente la disciplina clásica, Michel, logró conformar un grupo de bailarines de alto nivel, ya que son multidisci­plinarios y están preparados para responder con incomparab­le especializ­ación y elegancia a cualquier técnica dancística que se les indique. Para empezar, los bailarines de Descombey, hasta la fecha, son siempre bellos. La firmeza de sus líneas musculares, su esbeltez y su presencia escénica, son el producto de un trabajo escolar de entrega total. “En ballet teatro -recordaron los bailarines, y por consiguien­te mis anfitrione­s de hace unas horas- preparábam­os nuestras dietas y compartíam­os nuestros muy sanos alimentos dos y hasta tres veces al día”. Y ello, agrego yo y es explicable, porque hasta la fecha, dentro de sus actuales espacios de trabajo cultural, continúan inventando sus dietas cotidianas para lucir como hasta este momento, por siempre bellos y sanos.

BALLET TEATRO DEL ESPACIO

Luego entonces, la Compañía Ballet Teatro del Espacio, es, para la historia de la danza mexicana, un ejemplo imborrable a seguir. El vestuario, las luces, la modulación del sonido, la música, la tramoya, las coreografí­as, la dura ensayístic­a, la escenograf­ía y hasta el lenguaje actoral, todo; estuvo siempre hecho a la exacta medida de Michel Descombey. El lado luminoso de la fuerza de un creador que formó toda su disciplina en la diversidad artística y poderosa de La Ópera de París. Deseando, por lo tanto, que sus bailarines continúen mostrando todo lo aprendido en aquel venturoso escenario, reconocido internacio­nalmente como Ballet Teatro del Espacio.

Un beso...Y hasta la próxima charla

anamarialo­ngi@gmail.com

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EL COREÓGRAFO fue un generador de talentos por generacion­es

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