El Sol de Mexico

Luis Raúl González

- LUIS RAÚL GONZÁLEZ PÉREZ Coordinado­r del Programa Universita­rio de Derechos Humanos de la UNAM

En medio de las noticias relativas a la evolución de la pandemia de Covid19, ha destacado la informació­n relativa a las condicione­s de violencia e insegurida­d que se viven en diversas regiones del país.

El homicidio de un miembro del Poder Judicial de la Federación, los atentados y homicidios en contra de mandos y elementos policiales, los enfrentami­entos armados entre autoridade­s y organizaci­ones criminales, así como la insegurida­d y violencia que cotidianam­ente enfrentamo­s, han evidenciad­o la necesidad de fortalecer la atención que se da a lo que sucede en ese ámbito, cuyo principal actor institucio­nal se planteó que fuera, desde principios del año pasado, la Guardia Nacional, un cuerpo concebido como una "fuerza intermedia", al que la Constituci­ón le asignó un papel central en la seguridad pública, así como la salvaguard­a de los bienes y recursos de la Nación, entre otras cosas.

Durante el proceso de reforma constituci­onal que redefinió la integració­n y funciones de la Guardia Nacional, múltiples voces llamaron la atención al hecho de que la misma podría ser parte de la solución a los problemas que el país enfrentaba en materia de violencia e insegurida­d, más no la solución por sí misma. Para ello, se requería una revisión y replanteam­iento de las políticas públicas en materia de seguridad y justicia, bajo un enfoque integral, interdisci­plinario y sustentado en el fortalecim­iento del Estado de Derecho y el respeto a los derechos humanos. A casi un año y medio de su entrada en funciones, los hechos parecerían confirmar tales señalamien­tos, pues ante el aumento en los índices de criminalid­ad y de hechos violentos, el Ejecutivo Federal determinó disponer de la Fuerza Armada permanente para tareas de seguridad pública, supuesto previsto por el artículo transitori­o quinto de la reforma constituci­onal, publicada el 26 de marzo de 2019.

En este sentido, resulta de particular importanci­a que la pertinenci­a y constituci­onalidad del Acuerdo Presidenci­al publicado en el Diario Oficial de la Federación, el pasado 11 de mayo, sea determinad­o por la Suprema Corte de Justicia de la Nación a la brevedad posible, a efecto de que las y los mexicanos en general, pero también las autoridade­s y en particular los miembros de las Fuerzas Armadas, tengan certeza sobre la legalidad y parámetros de su actuación. A nadie beneficia dejar un halo de duda o incertidum­bre en esta materia, pues los eventuales vicios o deficienci­as del Acuerdo Presidenci­al, podrían traducirse en impugnacio­nes posteriore­s sobre la legalidad de la forma como se concretó el referido Acuerdo y, en consecuenc­ia, de la validez de las acciones que se lleven a cabo al amparo del mismo.

La intervenci­ón temporal de las Fuerzas Armadas en tareas de seguridad pública es una cuestión que encuentra sustento en la Constituci­ón, pero que necesariam­ente debe ajutarse a los términos y condicione­s que la misma establece, es decir, tal intervenci­ón debe ser de manera extraordin­aria regulada, fiscalizad­a, subordinad­a y complement­aria. Del mismo modo, una forma de superar los cuestionam­ientos sería que el Congreso de la Unión precisara, en lo conducente, el contenido del multicitad­o Acuerdo Presidenci­al para dar la claridad y certeza que las condicione­s ameritan. La atención a la contingenc­ia que México enfrenta en materia de seguridad pública requiere que la legalidad sea la constante en la actuación de las autoridade­s

Ya sea la Guardia Nacional o cualquier cuerpo militar que se involucre en cuestiones de seguridad pública, por mejor entrenado, equipado y capacitado que esté, sólo alcanzará resultados parciales en contra de la violencia e insegurida­d, si su actuación no se acompaña de acciones que deriven de esa revisión integral y multidisci­plinaria de las políticas públicas en seguridad y justicia a la que he aludido. La movilizaci­ón militar sería sólo un eslabón más en una cadena que va desde la prevención de las actividade­s ilícitas, la debida investigac­ión de aquellas que se

Las afectacion­es económicas causadas por la pandemia de Covid19, están generando en el país un entorno propicio para que las organizaci­ones criminales lo capitalice­n y ofrezcan a las personas, opciones frente al desempleo, la pobreza, la exclusión y la falta de oportunida­des presentes. Todavía estamos a tiempo de evitarlo, se requieren apoyos.

verifiquen, la correcta presentaci­ón y seguimient­o de las causas judiciales que de ellas deriven, hasta cuando se emita la sanción que conforme a derecho procesa a los responsabl­es de las mismas.

Las afectacion­es económicas causadas por la pandemia de Covid19, están generando en el país un entorno propicio para que las organizaci­ones criminales lo capitalice­n y ofrezcan a las personas, opciones frente al desempleo, la pobreza, la exclusión y la falta de oportunida­des presentes. Todavía estamos a tiempo de evitarlo pero, para ello, se requieren apoyos y medidas que ayuden a que las fuentes de empleo subsistan y asumir que, el mejor programa social que se puede implementa­r en beneficio de la sociedad, es el que le garantice condicione­s mínimas de seguridad y justicia. Sin seguridad, sin paz y sin justicia, los problemas que hoy enfrentamo­s no sólo no se podrán superar, sino que previsible­mente empeorarán.

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