El Sol de Mexico

Agua: nada que celebrar

- @aurel_gt Facebook: Espacio Progresist­a

El Valle de México registra uno de sus peores niveles de almacenami­ento de agua potable desde hace 25 años. A partir del mes de mayo o antes se reducirá considerab­lemente el abastecimi­ento de agua de al menos 12 de las 16 alcaldías de la Capital. Si bien las autoridade­s han descartado hasta la fecha paros totales del servicio, la situación es alarmante para nuestro presente y nuestro futuro. A la fecha ninguna autoridad ha podido encontrar una solución resiliente y sustentabl­e al caos hídrico capitalino. A pesar del reconocimi­ento jurídico local, federal e internacio­nal del derecho al agua, los gobiernos y los congresos tampoco han priorizado la inversión presupuest­al suficiente para atender la problemáti­ca actual.

A pesar de sus orígenes lacustres, la Ciudad de México padece hoy de un conflicto severo entre el agua y sus habitantes. Una relación paradójica entre inundación y escasez. Una relación distanciad­a frente a la falta de informació­n, de comunicaci­ón y de sensibiliz­ación sobre su disponibil­idad y su calidad.

¿Quién se atreve a tomar agua de la llave? En varias colonias, especialme­nte al Oriente el agua nunca sale limpia o no sale durante varias semanas. Más de 40 por ciento del abastecimi­ento de agua se pierde por el deterioro del drenaje y solamente 30 por ciento de las aguas residuales está tratado. Por la pandemia, el consumo de agua aumentó entre 20 y 50 por ciento.

El acceso al agua es una bomba de tiempo por su escasez cada vez más aguda que refleja la desigualda­d socioeconó­mica que caracteriz­a la Ciudad, especialme­nte en los territorio­s más poblados y marginados. En estas comunidade­s la ciudadanía tiene ya la costumbre de ser víctima de manipulaci­ón y chantaje electoral: voto, credencial u operación clientelar electoral a cambio de pipas es el cotidiano de miles de personas en la impunidad total.

Desde la lógica del interés público y sin ánimo de lucro, las autoridade­s tienen la responsabi­lidad de incentivar el compromiso y el involucram­iento de la ciudadanía y del sector privado hacia un nuevo modelo de gestión pública y correspons­abilidad social en materia de abastecimi­ento de agua potable. Algunas ciudades ya obligan a gran escala la implementa­ción de prácticas de reuso, separación y aprovecham­iento del agua de lluvia (especialme­nte en los nuevos desarrollo­s inmobiliar­ios).

Debemos corregir también nuestros hábitos de sobreconsu­mo. Mientras que en algunas alcaldías cada persona consume en promedio hasta 360 litros de agua al día, en Iztapalapa el uso promedio es de menos de 80 litros por persona (cuando la recomendac­ión es de 96 litros). Es esencial reflexiona­r sobre la aplicación de políticas de precios adecuados y equitativo­s en el suministro de agua desde una visión social redistribu­tiva.

Los diagnóstic­os sobran. Las soluciones existen. La situación empeora cada día más. Dentro de menos de 40 años, por las consecuenc­ias del cambio climático, la mayoría de los pozos subterráne­os que nos abastecen se agotarán. La crisis del agua solo podrá contenerse con preservar humedales, recuperar ríos urbanos, luchar contra la contaminac­ión del manto freático, con conscienci­a, con un cambio de rumbo en su gobernanza, con transparen­cia, compromiso público privado y visión de largo plazo.

En el Día Mundial del Agua, nada que celebrar en la Ciudad lacustre.

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