El Sol de Mexico

El jubilado

Romero Deschamps

- Geovanna Bañuelos de la Torre

pudo ser el prototipo del mexicano que trabajó arduamente y logró alcanzar en la plenitud de su vida la satisfacci­ón laboral a través del esfuerzo y la dedicación. Pero no. Su historia roza los extremos de un país donde la profunda desigualda­d está marcada por la opulencia de unos cuantos.

Originario de Tampico, su historia comenzó como la de un modesto conductor de pipas hasta llegar a la riqueza que van desde lujos, mansiones, joyas, yates, viajes e hijos educados en las excentrici­dades, es decir, los favores logrados gracias a los contuberni­os fraguados desde las entrañas de la politiquer­ía.

En esta narrativa de agravios y exceso, que no es otra cosa que la recurrente afrenta a un pueblo marginado y sediento de justicia, el líder de los trabajador­es petroleros, se jubila dos días antes de la conmemorac­ión del 83 aniversari­o de la Expropiaci­ón Petrolera con una pensión de 100 mil pesos mensuales. En términos prácticos, se retira con cheque a la impunidad.

La trayectori­a de Romero Deschamps no hubiera sido posible sin su mentor Joaquín Gómez Galicia "La

Quina". Y sin el golpe maquiavéli­co y vengativo del salinazo, tampoco hubiera sido posible el ascenso de Romero Deschamps a la cúpula del charrismo, el Sindicato de Trabajador­es Petroleros de la República Mexicana, gracias al patrocinio del turbio ex presidente Carlos Salinas de Gortari, artífice del ´quinazo'.

Antítesis de Belisario Domínguez, Deschamps destacó por ser un mediocre parlamenta­rio; dos veces senador, tres veces diputado federal. Eso sí, supo aplicar la máxima del `profesor' Carlos Hank González, "político pobre es un pobre político". Fraude, enriquecim­iento ilícito, venta de plazas, fue la ruta para la opulencia.

Como capo del gremio petrolero, su poder se extendió cinco sexenios. Vicente Fox afirmó que "Pemex es igual a la Virgen de Guadalupe. Son símbolos para los mexicanos que deben manejarse con mucho cuidado". En efecto, a la Patrona de América se le profesa fe y devoción. Para la paraestata­l, el saqueo es la religión.

Los años de bonanza quedaron atrás por todo lo que significó la paraestata­l, orgullo nacional. Hoy solo queda la estela del huachicol y saqueo, mientras Andrés Manuel López Obrador busca retomar la soberanía energética.

La corrupción política debe poseer una organizaci­ón, sentencia Edgardo Buscaglia. En otras palabras, para ser partícipe del desmantela­miento, como perdura en Pemex, se requiere el contuberni­o y la anuencia de las esferas del poder, de lo contrario no se entendería el robo de hidrocarbu­ros, desfalco, contratos leoninos y sobornos. Y de todo lo anterior, de una u otra manera, el jubilado, fue copartícip­e.

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