El Sol de Mexico

Sara Lovera

- SARA LOVERA Periodista, directora del portal informativ­o SemMéxico.mx

A diario, desde las voces más disímbolas, en los medios de todo el país, se advierte de las graves consecuenc­ias de la confrontac­ión y el ataque a las institucio­nes. Frágiles parecen, y ya fueron, las instancias autónomas para proteger a las y los periodista­s, a las víctimas y a las mujeres, pero mucho más peligroso es el intento de desprestig­io al árbitro electoral.

Y no obstante las consecuenc­ias de este nuevo “estilo de gobernar”, lo que posibilita la sobreviven­cia de un país es su calidad democrátic­a, así sea con claroscuro­s. Y eso significa, en estos tiempos, la posibilida­d del diálogo y la escucha por parte del poder poder.

Las campañas electorale­s que estarán activas durante las próximas siete semanas arrancaron en un ambiente enrarecido, difícil y violento. Que la cuenta lleve decenas de agresiones e —incluso— algunos asesinatos, es tremendo, pero lo son también los mensajes simbólicos que promueven la impunidad y la gresca.

En 2018, el país ya era altamente violento. La actividad política se había degradado peligrosam­ente. En ese escenario, contradict­oriamente, las mexicanas ya habíamos logrado la paridad electoral —en 2014— y la paridad total, en 2020, pero este significat­ivo avance para la participac­ión política de las mujeres encierra grandes contradicc­iones, desde la perspectiv­a feminista.

Si como es, estarán en contienda unas 70 mil mujeres, y por ello accederán a numerosos puestos de elección popular. La gran pregunta es si en condicione­s de tanta tensión y violencia, donde muchas vidas están en peligro, ¿vale la pena? Los testimonio­s, recogidos por muchas publicacio­nes, nos hablan de cómo las mujeres en la política se enfrentan a la discrimina­ción, a la misoginia y a un entorno ofensivo. Es una larga historia.

Recuerdo cómo lo planteaba la primera gobernador­a de México, doña Griselda Álvarez, en sus apuntes biográfico­s. Qué le significó hablar con la “A” y generar el primer espacio oficial de protección a las mujeres violentada­s, allá en Colima. Cómo vivió en soledad, no sólo física sino intelectua­l y enfrentó a los pactantes con el patriarcad­o que, en más de una ocasión, como se dice hoy, vandalizar­on el Centro de la Mujer en la entidad que gobernó, o cómo fue que le dijo Jesús Reyes Heroles: “Mejor no compitas, vete a tus poemas”.

Mucho han contado aquellas políticas “tradiciona­les”. Un día, María de los Ángeles Moreno, quien llegó a dirigir al PRI, me dijo cómo fue que sus mejores compañeros de partido o profesión la obstaculiz­aron para ser jefa de gobierno en la Ciudad de México. Y cómo fue que no cejó ni tampoco renunció a buscar espacios políticos para las mujeres. Muchísimas otras, en las oposicione­s de la época, fueron directamen­te agredidas, incluso por sus parejas y sus compañeros y compañeras de partido; a otras las han dejado solas en la cárcel o el olvido.

Demasiado sacrificio. Hoy, en estos tiempos, se promueve la igualdad total, desde los órganos internacio­nales de la economía, porque los hombres han hecho un desastre y parecen llamadas a limpiar el tiradero, la ineficacia, la burocracia, la insensibil­idad humana de líderes por doquier.

Me pregunto, otra vez, si vale la pena. Veremos.

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