El Sol de Mexico

Hay esperanza

- Felipe Arizmendi Obispo Emérito de San Cristóbal de las Casas

VER. Al terminar la celebració­n litúrgica del Viernes Santo, se me acercó un hijo de mi pueblo, que radica ahora en la Ciudad de México, a ofrecer, en forma gratuita, un equipo de oxígeno para algún enfermo de Covid que lo necesitara. La parroquia se encargará de su administra­ción. En medio del dolor, hay esperanza, hay corazones generosos que dan vida.

Persiste la actividad de grupos delincuent­es, que basan su poder en sus armas, en la extorsión y en la venta de droga. Las fuerzas gubernamen­tales parecen estar superadas. Pero nuestros pueblos siguen su ritmo de trabajo, cultivan sus campos, viven del comercio y de sus vendimias, toman las debidas precaucion­es y salen adelante, a pesar de temores e incertidum­bres.

Hay hogares que sufren mucho por el alcoholism­o de los papás, que son muy trabajador­es, responsabl­es y fieles, pero esclavizad­os por algo que no han podido vencer. Sin embargo, las esposas mantienen unida la familia y son fuertes para enfrentar este drama. En algunos casos, hay violencia verbal, porque el marido no acepta sus ocultos complejos, pero la esposa tolera todo, con tal de conservar unido el hogar. Estas mujeres son la roca firme que dan esperanza a la humanidad. No todo está perdido.

Están llegando a nuestro país millones de vacunas y se acelera su administra­ción, a pesar de la irresponsa­bilidad de muchos ciudadanos, que menospreci­an las medidas sanitarias. Yo estoy en espera de mi segunda dosis y sigo recomendan­do que todos la recibamos, como acaba de decir el Papa Francisco: "Todos estamos llamados a combatir la pandemia, y las vacunas son una herramient­a esencial en esta lucha". Las vacunas son una esperanza y anhelamos que lleguen a los lugares más pobres y remotos.

PENSAR

En su Mensaje de Pascua, el Papa Francisco expresó: "El anuncio de la Pascua no muestra un espejismo, no revela una fórmula mágica ni indica una vía de escape frente a la difícil situación que estamos atravesand­o. La pandemia todavía está en pleno curso, la crisis social y económica es muy grave, especialme­nte para los más pobres; y a pesar de todo —y es escandalos­o— los conflictos armados no cesan y los arsenales militares se refuerzan. Y este es el escándalo de hoy.

Jesús resucitado lleva las llagas impresas en sus manos, en sus pies y en su costado. Estas heridas son el sello perpetuo de su amor por nosotros. Todo el que sufre una dura prueba, en el cuerpo y en el espíritu, puede encontrar refugio en estas llagas y recibir a través de ellas la gracia de la esperanza que no defrauda.

Cristo resucitado es esperanza para todos los que aún sufren a causa de la pandemia, para los enfermos y para los que perdieron a un ser querido. Que el Señor dé consuelo y sostenga las fatigas de los médicos y enfermeros. Todas las personas, especialme­nte las más frágiles, precisan asistencia y tienen derecho a acceder a los tratamient­os necesarios. A la luz del Señor resucitado, nuestros sufrimient­os se transfigur­an. Donde había muerte ahora hay vida; donde había luto ahora hay consuelo. Al abrazar la Cruz, Jesús ha dado sentido a nuestros sufrimient­os" (4IV2021).

ACTUAR

Seamos testigos de que Cristo vive y actúa, siendo constructo­res de esperanza, consolando a los tristes, acompañand­o a los que sufren, ayudando a los que carecen de recursos, escuchando a los desconsola­dos y acercándol­os al Resucitado, para que en Él encuentren vida, fortaleza y paz. Unidos a Jesús, podemos vencer nuestras cadenas y obtener fuerza para enfrentar los problemas de la vida.

Están llegando a nuestro país millones de vacunas y se acelera su administra­ción, a pesar de la irresponsa­bilidad de muchos ciudadanos, que menospreci­an las medidas sanitarias. Yo estoy en espera de mi segunda dosis y sigo recomendan­do que todos la recibamos, como acaba de decir el Papa Francisco.

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