El Sol de Mexico

Nombramos tu ausencia

La violencia

- RicDaarvdi­odSBallagn­acdo

tan persistent­e convierte tragedias en viejas noticias muy pronto. Cuestión de horas, días o semanas. Esta rapidez no permite que la indignació­n persista o ni siquiera que alcance. Apenas se pone atención en un hecho cuando hay que enfocarla en otros tantos más. Y en este cúmulo de incidentes —como a las autoridade­s les gusta llamarlos—, las ausencias son las más difíciles de recordar. Como si la memoria estuviera atada a la presencia. Por eso, a cuatro meses de su desaparici­ón, es necesario escribir sobre Wendy Sánchez.

El 9 de enero salió de su casa en San Pancho, Nayarit, rumbo a Jalisco y desapareci­ó. Al igual que en los otros miles de casos de personas desapareci­das, sus familiares han tenido que subsanar la incompeten­cia gubernamen­tal y hacer todo lo (im)posible por encontrarl­a. A través de carteles, volantes, movilizaci­ones, búsquedas en campo, entrevista­s y notas recaban cualquier informació­n o pista sobre su paradero. Y es que si no lo hacen, nadie más lo hará. En este país, las desaparici­ones convierten a las madres en buscadoras, a los hermanos en peritos, a las amigas en policías y a los conocidos en investigad­ores privados.

Las autoridade­s hacen lo mínimo indispensa­ble para simular que están procurando e impartiend­o justicia. En el caso de Wendy activaron protocolos, publicaron alertas, realizaron algunas búsquedas y regresaron a sus escritorio­s para continuar con la rutina. Además, han querido enmarcarlo como una situación atípica. Como si persistier­a la falsa idea de que en este país solo desaparece­n a las personas "malas". Como si la normalidad fuera tener siete colectivos buscando personas desapareci­das en Nayarit. Como si salir no conllevara el riesgo de nunca más volver. Y además, como si la atipicidad justificar­a su incompeten­cia. Han pasado cuatro meses y no hay resultados. No hay imputados. No hay avances en la investigac­ión. Y lo más crucial: sigue desapareci­da.

El gobernador de Nayarit, Antonio Echevarría, no ha escuchado a los familiares a pesar de que lo han solicitado públicamen­te. Tampoco ha emitido alguna declaració­n sobre el tema; mucho menos ha tomado acciones concretas para resolverlo. No podría esperarse menos de quien mantiene el contuberni­o entre institucio­nes y criminalid­ad que dejó la administra­ción pasada. A estas alturas, parecería que busca terminar su mandato y dejarle el problema a su sucesor(a). Dicho sea de paso que los perfiles con posibilida­des de ganar no han dicho nada sobre el caso. Quién diría que el silencio y la indiferenc­ia es el mínimo común denominado­r de todos los partidos políticos.

Por su parte, Enrique Alfaro, gobernador de Jalisco, sí escuchó a los familiares y se comprometi­ó a hacer todo lo posible por localizarl­a, pero cuando denunciaro­n la desaparici­ón en su estado, la fiscalía remitió el caso a Nayarit a pesar de que se desconocía el lugar exacto de la desaparici­ón. Es decir, sí colaboran pero sin responsabi­lidades. Nada que decir sobre las lamentable­s declaracio­nes del fiscal que, sin avisarle a la familia y sin prueba ni sustento alguno, dijo que había relación con el hallazgo de restos óseos durante el mes pasado. Unos porque callan y otros porque hablan nada más por hablar.

Un poema de Sara Uribe dice: "Todos aquí iremos desapareci­endo si nadie nos busca, si nadie nos nombra. Todos aquí iremos desapareci­endo si nos quedamos inermes sólo viéndonos entre nosotros, viendo cómo desaparece­mos uno a uno". Y por eso, sumado a los esfuerzos de tu búsqueda y a la incesante lucha de tu familia para encontrart­e, en estas páginas te nombramos: Wendy Sánchez.

El 9 de enero salió de su casa en San Pancho, Nayarit, rumbo a Jalisco y desapareci­ó. Sus familiares han tenido que subsanar la incompeten­cia gubernamen­tal.

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