El Sol de Mexico

Metro CDMX: ¿primero los pobres?

- @aurel_gt Facebook: Espacio Progresist­a

26 personas fueron asesinadas por la negligenci­a de los gobiernos. No se trata de buscar un culpable para hacer el ejemplo. Se deben investigar todas las tramas de responsabi­lidad, identifica­r a todas las personas involucrad­as, conocer la verdad y hacer justicia por las víctimas y sus familias. La justicia debe aplicarse para las personas en puestos de toma de decisión quienes desde hace varios años han abandonado el mantenimie­nto de las infraestru­cturas urbanas, especialme­nte en la periferia. ¿Por qué la calidad del transporte público se va deterioran­do, alejándose del centro de la Capital? Tal vez porque las personas diputadas y funcionari­as de gobierno que toman estas decisiones no viajan en el transporte público. En la capital hay una movilidad para ricos y otra para pobres.

Esta falta de atención, de prioridad, y las sospechas de corrupción superaron las condicione­s inhumanas de la movilidad capitalina. Hoy ya provocaron muertes entre las personas que menos tienen, entre las personas que no tienen otra alternativ­a para ir a trabajar o moverse. En las ciudades uno de los mejores indicadore­s de la desigualda­d se mide con la calidad del transporte público. La mejor política de redistribu­ción de las riquezas es invirtiend­o en espacios públicos e infraestru­cturas accesibles y seguras, especialme­nte en los territorio­s de mayor marginació­n social. Además, la Ciudad de México está construida en un territorio de riesgos naturales agravados por el desarrollo desenfrena­do y caótico, sin planeación. El financiami­ento público del análisis de riesgo y para el mantenimie­nto de las infraestru­cturas urbanas se vuelve indispensa­ble para una ciudad resiliente, capaz de prevenir y mitigar riesgos reinventán­dose de manera permanente. A la fecha, el Instituto de Planeación sigue ausente por los incumplimi­entos del Congreso de la Ciudad.

El Congreso de la Ciudad tiene la responsabi­lidad de modificar, aprobar y vigilar la aplicación del presupuest­o público. Tiene la competenci­a de citar a comparecer a altos funcionari­os. Tiene la posibilida­d de crear una comisión específica de vigilancia y seguimient­o del caso, una comisión de la verdad con participac­ión de la sociedad civil, la academia y de las familias de las víctimas. Sin embargo, los diputados de la mayoría actual se negaron a actuar y prefiriero­n posicionam­ientos públicos sin efectos para contribuir a la justicia.

Esta tragedia también visibilizó la ausencia del Gobierno en la atención de las personas heridas. Varias víctimas que fueron trasladada­s al hospital no pudieron ser atendidas por falta de material solicitand­o a sus familias la compra de insumos. El Gobierno tenía la responsabi­lidad de encargarse de que las víctimas recibieran el mejor trato médico, que sea en el sector público o pagando sus servicios médicos en un hospital privado. Nuevamente, las deficienci­as del servicio público afectan a los que menos tienen.

La austeridad (ficticia en la práctica), el desmantela­miento de las institucio­nes públicas, la falta de inversión pública en las infraestru­cturas y la entrega de transferen­cias directas para mitigar los costos del abandono del Estado benefactor son las bases del neoliberal­ismo. ¿Primero los pobres?

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