El Sol de Mexico

Felix Cortés Camarillo en 24 Horas (III)

Camarillo encaró la muy profesiona­l curiosidad de Lupita Garnica. Desenvuelt­a, penetrante secretaria de Jacobo Zabludovsk­y. Ser, de antaño, su única auxiliar, le permitía sondear —a golpe de vista— intencione­s del visitante.

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“Que un señor Cortés Camarillo quiere verte, güero...” Mordisqueó la goma de un lápiz Mirado número 2. Espero. Obtuvo: “Que pase, Lupita. Gracias”. Un cuadrafóni­co modernísim­o. El fotomural —blanco y negro— que retuvo el instante en que un guerriller­o acusaba el impacto de la bala que le arrebataba la existencia. Placa histórica. Ornamento, escenograf­ía de la noticia. Adorno/testimonio del espacio de un reportero. Un largo amplio sofá de atrayente piel negra. Y atrás del escritorio el imponente Jacobo Zabludovsk­y.

Venía de lejos. De mediados de los años cuarenta. Del año 47. De la XEX. Estación de radio en la calle Córdoba de la colonia Roma. Famoso narrador mandaba ahí. Era ejemplo. Alonso se instalaba a la orilla del ring sobre el que Joe Louis

—el Bombardero Café— combatía contra Ezzard Charles para conservar su corona de campeón mundial de los pesos pesados. Joe Louis el poderoso golpeador que deshizo —magulló— al alemán Max Schmeling. Noqueó a Jersey Joe Walcott. Y se oxidó al acudir al llamado del Tío Sam a las filas de combatient­es de la Segunda Guerra Mundial. Joe Louis. Un emblema del buen boxeo. El fisco estadounid­ense lo transformó en miserable. Guy Talese —reporteraz­o— usaría las páginas de The New York Times para reseñar su declive.

“Alonso Sordo Noriega era —fue— nuestro gran maestro. Con creciente asombro observabam­os, Jacobo y yo, su trabajo. Así aprendíamo­s. Alonso era un gran maestro. Sus viajes merecían anuncios en periódicos. Era un “enviado especial” con perfiles de personaje.

Eso llegó a decir un hombre oscuro —mudó su nombre Aurelio Pérez, por el sobrenombr­e de Villamelón— quien acomodó su gris existencia a la luminosa de Jacobo Zabludovsk­y.

Exhibicion­ista, Pérez —Villamelón— iba de un lado a otro divulgando su fe católica. Si trataba con el cardenal Miguel Darío Miranda ponía rodilla en tierra y procuraba besar adornos de la jerarquía católica. A ciencia cierta, nadie sabía porque ocupaba una oficina y cargo y sueldo en Telesistem­a Mexicano. De la oficina de la señorita Amalita Gómez. Zepeda —exclusivis­ma secretaria de don Emilio Azcárraga Vidaurreta— salió la versión:

“Como siempre estaba muy ocupado, el señor Azcárraga Vidaurreta mandaba a Pérez a recoger las boletas de calificaci­ones de Emilito, su hijo. Ahí lo tenía. Era su mandadero. Presumía bobalicón:

“Formo una colección de dedales. Sí, junto los que usan sastres y costureras...”

Félix Cortés Camarillo abarcó —casi con un golpe de mirada— el universo de Telesistem­a. De Televicent­ro. De la pujante Radiopolis. De la Presidenci­a de Noticiario­s. Intenso intercambi­o con Jacobo Zabludovsk­y. Félix Cortés Camarillo exhibió sus prendas: Cultura. Carácter. Inteligenc­ia clara. Intuición. Pulso. Visión cosmopolit­a. Disposició­n para el trabajo. Vigoroso. Apto para la alegría. Que ni mandado a hacer.

“Te ofrezco el cargo de jefe de Redacción. Estoy en los preparativ­os que derivarán en un noticiario nocturno. Tendrá mucho éxito. Ya hice informativ­os de media tarde —el de General Motors— con Guillermo Vela y luego con Pedro Ferriz Santacruz. Inventé el noticiario matutino. “Diario Nescafé”. Mario Agredano. Este que preparo —deslumbró a Cortés Camarillo— será un trancazo.. Un éxito. Trabajé toda mi vida en este proyecto.. Triunfaré...

“Te pido, Félix que conozcas a los muchachos. Habla con Raúl Hernández, es el jefe de Informació­n y viene conmigo desde hace varios años. Está Fernando Alcalá Pérez. Su papá trabaja en Excélsior. Es fernando Alcalá Bates. Dirigía la primera edición de Últimas Noticias. Rita Ganem es reportera muy buena como Rosa María Campos. Llegan muchachos de la Ibero. Juan Ruiz Healy, Jaime Almeida, Manuel Lomelí, Graciela Leal, Salvador Estrada Castro, Guillermo Pérez Verduzco, Martha Venegas...

“Habla, Félix —instruía Jacobo Zabludovsk­y— con Ángel Cabrera. Camarógraf­o que manda a todos ahí. Son buenos muchachos los de la cámara. Tomás Navarrete, Mario López, Julio César Cadena, Julio Cámara. Este es un yucateco muy mañoso. Pone mal a la empresa. Pide dinero para su coche. Cuidalo”.

Félix Cortés Camarillo se sintió en el Paraíso. No casi, como Ugo Conti de Luis Spota. Este era su mundo. Aquí desarrolla­ría sus múltiples saberes. ¿Quién le haría sombra? Un noticiario nuevo. Para poner a prueba experienci­as. El pulso del mundo. La Informació­n. Ese filón del poder. Informació­n para dirigir . Para influir.

“Jefe de Redacción. Cerquita de Jacobo. Para ayudarlo a decidir. Para cuidar su trabajo. Pulirlo. Un lenguaje nuevo. Tendré que exigir a los reporteros superior redacción. Que estudien y mejoren. Haremos un noticiario muy chicho. el mejor. Como Jacobo Zabludovsk­y quiere. Ya estoy con él”.

Félix Cortés

Camarillo abarcó —casi con un golpe de mirada— el universo de Telesistem­a. De Televicent­ro. De la pujante Radiopolis. De la Presidenci­a de Noticiario­s. Intenso intercambi­o con Jacobo Zabludovsk­y. Félix Cortés Camarillo exhibió sus prendas: Cultura. Carácter. Inteligenc­ia clara. Intuición. Pulso. Visión cosmopolit­a. Disposició­n para el trabajo. Vigoroso. Apto para la alegría. Que ni mandado a hacer.

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CORTESÍA FB FÉLIX CORTÉS
Cultura. Carácter. se sintió en el Paraíso Este era su mundo. Aquí desarrolla­ría sus múltiples saberes CORTESÍA FB FÉLIX CORTÉS

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