El Sol de Mexico

Demandan justicia: ¡falta María José!

Vecinos y familia de la joven, víctima de feminicidi­o, honran su memoria

- DANA ESTRADA

Las flores no han dejado de llegar para María José, ni las veladoras o cartulinas para exigir justicia. Desde el martes, el número 18 de la calle 16 de septiembre de La Cruz Coyuya, en Iztacalco, se ha convertido en un memorial para la joven, víctima de feminicidi­o.

Vecinos de la cuadra, de calles colindante­s y de colonias contiguas visitan el predio para dejar veladoras. Amigos de la escuela y familiares dejan flores, arreglos pequeños o coronas luctuosas que se ven hasta la otra esquina.

“¡No estamos todas!”, “Nos falta María José”, rezan algunas pancartas pegadas en el zaguán negro del edificio azul, de dos torres y de cuatro pisos, donde “Majo” o “Pepé”, como le decían de cariño, vivió con su mamá, su hermana y sus dos perritos chihuahuas.

La joven estudiaba el sexto semestre del Colegio de Bachillere­s número tres, en el turno vespertino, apenas a dos kilómetros y medio de su hogar.

“Ella se juntaba con compañeros de varios grados. Somos un grupo grande, era tranquila y muy linda. ¿Por qué alguien le haría daño si era tan amistosa?”, comentó Matías, miembro del grupo de amigos.

El joven se enteró que su compañera murió por medio de la televisión un día después de todo.“supe de la noticia el día en qué pasó, pero nunca pensé en María José hasta el otro día que vi todo en la tele. No sé cómo me sentí, porque esto es extraño y feo”, relató el joven, quien cursa el sexto semestre y que sólo coincidía con ella en la entrada y la salida de la escuela, y en algunas reuniones.

En la escuela no se habla abiertamen­te de ella, todos saben qué pasó, pero se ha pedido respeto a su memoria. “Los maestros no nos han dicho nada, adentro no hablamos de eso, sólo hoy como amigos decidimos faltar a clases y venir a dejarle flores y saber del velorio o algo, pero no está la familia, sólo que guardemos silencio”, continúo Matías.

El jueves por la tarde, el plantel subió una esquela a su página de Facebook: “La dirección general del colegio de bachillere­s, y el equipo directivo del plantel tres Iztacalco, lamentamos profundame­nte el sensible fallecimie­nto de la joven María José Castillo Calles, estudiante de sexto semestre”.

Joel, vecino de la casa frente al edificio donde vivió la chica, la recuerda paseando siempre a sus dos perros, caminado tranquila y con su celular en la mano.

“En las noches sacaba a caminar a sus perros, luego se sentaba en la banqueta y se la pasaba en su celular”, dijo.

El hombre nunca cruzó más allá de un saludo con la joven, su mamá y su hermana: “Aquí no éramos unidos, nos conocemos pero no platicábam­os. De la niña me acuerdo que era tranquila y de sus perritos, de su mamá que salía temprano bien arreglada a trabajar y de su hermana que iba a la escuela y también al trabajo, pero todo de vista”, narró.

EL DÍA DEL CRIMEN

Pese a que las conocía sólo de vista, Joel auxilió el día de la tragedia, pues Julieta, una vecina del cuarto piso del edificio, fue quien salió a la calle a pedir ayuda.

“Ese día no trabajé, como a las 12:00 Julieta estaba gritando, pidiendo ayuda, salí a verla porque con ella si hablaba, y me dijo que la mamá de la niña estaba herida. Salieron pocos vecinos, llamamos a la patrulla y a la ambulancia, subieron a la señora toda herida, con mucha sangre, pero no vi a la niña. La vecina seguía gritando que ahí estaba él, pero no le entendía. Como pudo le dijo al policía que él (Miguel N) seguía en el edificio”, contó.

Señaló que una hora después de que un policía comenzó a registrar todo el edificio encontró a Miguel, ya cambiado y con una mochila. Cuando lo sacaron esposado al edificio, Julieta lo reconoció y gritó que había sido él, por lo que vecinos enojados lo golpearon.

“Esa familia era tranquila. Sólo vivían las tres solas, a veces llegaba a verlas el novio de su mamá, pero todo siempre bien”, dijo Joel.

Desde ese día, los vecinos decidieron guardar silencio, porque la familia les pidió ya no hablar, pero algunos piensan que únicamente así se puede hacer justicia. Incluso, los habitantes de la calle 16 de septiembre abrieron un chat de Whatsapp para vigilar y apoyarse.

“Ahorita hay mucho silencio, nadie quiere hablar porque tiene miedo. El hombre ese iba a la tienda de aquí, iba a la tintorería, lo veíamos salir con su bata blanca, pero no hablaba, y aún así dejó miedo. Julieta tuvo que mudarse hoy por miedo”, señaló Joel.

La Fiscalía capitalina realizó el miércoles un cateo en el domicilio del presunto feminicida, donde halló pruebas de otros posibles crímenes

MATÍAS AMIGO DE MARÍA JOSÉ

“Ella se juntaba con compañeros de varios grados. Era tranquila y muy linda. ¿Por qué alguien le haría daño?”

UN PASO A LA JUSTICIA

Un juez de control del Reclusorio Oriente dictó prisión preventiva justificad­a a Miguel N por los delitos de feminicidi­o de María José y tentativa de feminicidi­o de Casandra, madre de la joven.

De acuerdo con Arturo González Cortéz, abogado de las víctimas, el juez dio un plazo de seis meses para la investigac­ión complement­aria.

En la audiencia estuvieron presentes la hermana de María José y su padre, el señor Guillermo Castillo, quien agradeció el acompañami­ento a su familia, sin dar más declaracio­nes.

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Veladoras, arreglos florales y pancartas se aprecian afuera del domicilio
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Familiares, amigos y vecinos de María José colocaron un altar para recordar a la joven

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