El Sol de Parral

Amor y Amistad

- Erik Jurado

Dos palabras complicada­s en su definición pero sencillas en su ejemplo y comprensió­n vital. El amor es una expresión humana muy lejana en un tiempo de violencia y agravio. Promover el amor es una dificultad titánica, incluso hoy los más jóvenes dudan de su existencia y la debaten en complejas discusione­s de café o en encuentros casuales y diatribas filosófica­s, ya ese escepticis­mo no es exclusivo de viejos decepciona­dos. La amistad es el espécimen más extraño en el campo de batalla donde reina la traición y la individual­idad.

Amor y amistad ambas expresione­s difusas en un terreno desértico de humanidad. En una realidad donde se dejó de comprender lo humano, resulta fútil tratar de explicar la función de la capacidad de amar en la construcci­ón de una proyección de la persona en un sentido trascenden­tal y que supera las barreras de las necesidade­s inmediatas, fisiológic­as y materiales.

Amar es lo mismo que descubrir una dimensión que supera todo lo concreto, amar es lo mismo que buscar un mejor escenario para sí mismo y los demás, aunque en términos reales y poco románticos, amar es una empresa difícil. Amar implica superar la individual­idad, una relación muy común y constante hoy día.

Amar es olvidar la necesidad propia para inventar un mañana para dos. Amar es lo mismo que aprender a dominarse y asegurar el cuidado de otra persona, otra persona que es diferente a ti y la aceptas con sus diferencia­s. Amar es procurar el mayor de los bienes a la persona que diriges tu atención y afectos.

El amor, además de cumplir con una función

humanizant­e, es por excelencia el mayor motor de cohesión social, donde no existe una liga emotiva y propugnada por el amor se limita a rondar en la sospecha, la suspicacia y la desconfian­za. Donde no hay amor no hay sociedad.

El amor es entendido en los actos, poco en las palabras, donde hay amor hay futuro, pues sólo así se es capaz de superar la propia limitación. De algún modo la razón por la que las cosas siguen funcionand­o es debido a que no se ha aniquilado ese trasfondo filial.

En el contexto de lo anteriorme­nte dicho; la humanidad tiene un sentido y meta, pues generar sociedades en el amor y desde el amor debe ser la prioridad de las generacion­es presentes y futuras, pues debemos descubrir la infinitas posibilida­des de la cooperació­n y el cuidado de los otros por encima de las sociedades conocidas y que se fundamenta­n en la competenci­a, pero una competenci­a ácida que no tiene un correcto límite, que cuida por sobre todo la integridad de las personas.

Para lo que sostengo debe tenerse la noción clara de que debemos reinventar­nos como sociedad y eso inicia en los individuos y un profundo compromiso con el presente y el mañana.

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